Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Daniel Monzón | Director de cine ganador de varios premios Goya

“Es absolutamente necesario para el cine que haya certámenes como el Curtas”

El director de “Celda 211”, entre otras, apadrinó la inauguración del festival vilagarciano

Daniel Monzón recibiendo el premio Curtas sobre el escenario del Salón García. Iñaki Abella

La inauguración del Curtas ha sido el motivo que acercó hasta Vilagarcía a Daniel Monzón. El director de títulos tan aclamados como “El niño”, “Celda 211” o “El corazón del guerrero” destacó la importancia de certámenes como el vilagarciano para la industria del cine.

– Bienvenido a Vilagarcía. ¿Es su primera vez?

–Sí. Tenía relación con Luis Miguel Rosales, el director, y con algunos miembros del equipo. Luis llevaba varios años invitándome y a mí me sabía mal no venir, pero siempre me pillaba o rodando o preparando un rodaje. Este año, estoy ya terminando la promoción de “Las leyes de la frontera” y era el momento. Incluso cuando llegaba en el coche y he visto lo que es el pueblo desde lo alto me he dicho que maravilla poder venir porque me ha parecido precioso.

– Llega usted a Curtas, un festival que hace convivir el corto y el largometraje ¿Como aficionado al cine cómo valora este tipo de eventos?

– Es algo absolutamente necesario para el cine que haya certámenes como el Curtas. El cineasta de mañana tiene una de sus cartas de presentación en el corto, aunque también es un género en sí mismo muy interesante y muy valioso. A mí, que dirijo largos, me apetece hacer cortos. Es como el cuento y la novela. En muchos casos estos son trabajos de cineastas muy interesantes que tienen en este género su puerta de entrada al cine. El que existan certámenes tan interesantes como el Curtas les da un apoyo muy importante y es muy probable que alguno de estos directores que ahora empiezan con cortos en dos años estén haciendo un largometraje. El Curtas es como un semillero de cine más que valioso.

– ¿Considera que el cine fantástico es un buen reclamo para captar al espectador joven para la causa del cine?

–Sí. Yo adoro el género fantástico. Mi primera película como director, “El corazón del guerrero”, se enmarca dentro de este género y, gracias a ella, viajé por todo el mundo y cosechó muchos éxitos internacionales. Te das cuenta de que el género fantástico tiene millones de adeptos en el mundo. Es como un lenguaje común en el que participan muchos jóvenes y muchos no tan jóvenes. Es verdad que ayuda a conectar con un público más joven, pero el género fantástico no entiende de edades. Tiene una cosa maravillosa, porque a partir de la fantasía, se puede hablar desde la parábola de cosas muy profundas de lo humano. Detrás de cada gran película fantástica hay una profunda e incisiva reflexión sobre el género humano. Puedes llegar a ser mucho más cáustico que en películas consideradas de cine de autor.

Monzón es una referencia del cine español de los últimos 20 años. Iñaki Abella

– Hablamos de un festival de temática fantástica, y su primer largometraje fue en esa línea, pero quizá ahora a usted donde más le gusta manejarse es en películas sobre crudas experiencias sociales.

–Todas las películas siempre tienen algo de fantástico. Incluso en “Celda 211” se empezaba con un suicidio en una celda donde acababa encerrado el protagonista y el espíritu de aquel preso suicida le terminaba alterando. Me encanta el género fantástico, pero tengo ahora películas que apuntan más al thriller y a un thriller que tiene que ver más con un tipo de narración con ciertas maneras a la americana por el ritmo o la puesta en escena, pero que tienen unas raíces profundamente españolas. Yo creo que ahí está la garra que ve en ellas el público. Quizá la gente haya encontrado en esas películas unos relatos apasionantes, pero con una idiosincrasia muy propia. Ven lo suyo reflejado en la pantalla. Esas historias me gustan mucho y “Celda 211”, “El Niño” y “Las leyes de la frontera” casi podrían ser una trilogía de lo que es una mirada a personajes de la marginalidad. Me he dado cuenta a posteriori que es un protagonista del otro lado el que lleva de la mano al espectador a conocer que hay más allá de una frontera como puede ser una cárcel o un barrio suburbial.

- La última de ellas es “Las leyes de la frontera”. Se refiere en ella a la juventud delictiva de los años 70. ¿No hay quinquis ahora que siempre se tienen que llevar el protagonismo en el cine los de aquella época?

-El quinqui sí es cierto que era el personaje de aquella época. Por supuesto que ahora tienes delincuencia, pero ya no es exactamente aquella. Quinqui viene del término quincallero, que era gente que no le quedaba otro remedio que dedicarse a la chatarra y poco más. Eran familias en busca de trabajo en una democracia recién instaurada y que se quedaban hacinados en los arrabales de las grandes ciudades donde se montaban poblados de miles y miles de personas más pobres que las ratas. Personas que veían que había unos que estaban disfrutando de la fiesta de la democracia y luego estaban ellos que lo veían desde la barrera. Eran miles de chavales que no tenían nada y acabaron cogiendo una recortada para asaltar bancos y robar coches porque querían participar también de aquella fiesta. La mayoría acabaron muertos a tiros o por el efecto de la droga. Lo que me atrajo de “Las leyes de la frontera” cuando leí la novela de Javier Cercas, más que el contexto, era la historia del primer amor de un chico de clase media con una quinqui. La misma que te invade con una fuerza que te haría capaz de hacer cualquier cosa, como atracar bancos por un amor. Es el tránsito hacia la vida adulta con la experiencia intensa de un verano que no olvidaría en su vida. Un triángulo amoroso ambiguo, rico, emocionante y desgarrador. Eso es lo que yo quería hacer. Una historia de amor con maneras de thriller, como Bonnie and Clyde.

Su último trabajo "Las leyes de la frontera" está recibiendo muy buena crítica. Iñaki Abella

- Malamadre, el niño, o los más recientes Tere y el Zarco, está claro que le gustan los personajes fuera de la ley.

-Me resultan muy atractivos. Quizá porque fui un niño que siempre observó mucho las normas y que siempre fantaseó con la aventura que estaba más allá de la vida cotidiana que llevaba. Siempre me ha atraído mucho conocer lo que hay al otro lado de la frontera. De hecho, cuando escribíamos “Celda 211” entendimos que la mejor manera de rellenarla de verdad era ir a las cárceles y conocer los reinos de Taifas de las prisiones. La aventura de conocer al otro, aquel que parece que está lo más alejado de mí, es lo que me atrapa mucho. Y creo que también al espectador. El poner al espectador a mirar a través de la mirilla de una celda todo lo que pasaba en aquella realidad. En “El niño” nos pasamos ocho meses en El Estrecho porque aquello era un fresco en sí mismo. Estuvimos hablando con policía, con vigilancia aduanera, con Guardia Civil, pero también con los chavales que pasaban hachís en lanchas rápidas. Fuimos a Marruecos, estuvimos en campos de marihuana… El investigar y conocer aquella parte que no forma parte de tu vida cotidiana es algo que atrae mucho y al espectador también. Yo hago cine porque descubrí desde muy pequeño que vivir una sola vida era muy triste. Entonces hacer películas me permite vivir muchas vidas y conocer de muy cerca universos y realidades que de ninguna otra manera podría conocer de una manera tan estrecha. 

“Galicia es maravillosa para contar historias”

– Bien es cierto que es un tema manido, ¿pero lo del contrabando, el narcotráfico gallego y sus diferentes personajes no resulta inspirador para un director como usted? – Soy consciente de que aquí no hay una, sino muchas películas posibles y todas me resultan interesantes. Galicia es una tierra maravillosa para contar historias y hay una vertiente de esta tierra que me llega cada vez que vengo y es su calidad de cuento. Es un lugar inspirador para el corte fantástico, pero también para el carácter violento y realista, pero la verdad es que me llega más lo fantástico que lo realista.

– ¿Un director de cine es un director de cualquier tipo de película o existen temáticas fetiche?

– Hay directores que hacen siempre el mismo perfil de película. Yo en mí caso me gusta siempre ponerme al servicio de la historia. He hecho películas muy diferentes entre sí aunque algunas compartan el mismo aroma. Otras también muy diferentes como “Yucatán”. A mí lo que me llama la atención son las historias y tengo proyectos que no tienen nada que ver con lo hecho hasta ahora. El director tiene que contar de la mejor manera posible la historia al espectador. Yo adoro al director que es capaz de tocar distintos géneros, dejando su ego a un lado para ceder el sello de la película a la historia. No ha tenido nada que ver rodar “Celda 211” con “Yucatán” por ejemplo. Es escuchar la historia y ponerse a su servicio.

El director dejó muestra de una gran cercanía y amabilidad a su paso por Vilagarcía. Iñaki Abella

- Ahora que las series ocupan el foco de lo audiovisual, ¿lo considera un riesgo para la gran pantalla?

-No debería ser un riesgo. Las plataformas y el cine, en vez de verse como enemigos, deberían verse como aliados. Sería la mejor manera de convivir. La experiencia que proporciona a un espectador ver una película en un cine es muy distinta a la que supone ver esa película en un ordenador, en un móvil o en la televisión. Entrar en una sala donde la pantalla lo preside todo, más grande que tu campo de visión, que te ilumina en comunión con otra gente, el sonido… Todo eso hace que entrar en una sala de cine suponga entrar dentro de la película. Cuando la ve en su casa observa la película desde fuera. Es muy diferente, no digo que no sea válida. Pero la experiencia del cine no debería perderse. Es cierto que a raíz de la pandemia mucho público adulto ha descubierto las plataformas y ha perdido el hábito de ir al cine. Luego hay otro público que no ha llegado a tener ese hábito de ir al cine y que no le da valor al gran espectáculo que es ver una película en el cine. Eso es lo más preocupante, porque el que nunca ha adquirido ese hábito ya no lo tendrá y eso pasa especialmente con el público más joven. No sé cual es la manera de empujar a ese público hacia una sala, pero se pierde una experiencia increíble.  

- Es un director de los más reconocidos a nivel nacional, premios Goya incluidos, pero usted ya ha comentado que cada película es como un volver a nacer. ¿No andan las cosas fáciles para desarrollar cine?

- Hacer una película es una aventura. Además, mis proyectos son complejos y ambiciosos. Tienes que luchar para que cada película tenga el presupuesto que le haga justicia. Antes de hacer cine también escuchaba que el cine estaba en crisis. Casi como una canción eterna, pero al mismo tiempo te diré que la pasión de la gente del cine está incólume. Incluso con todos los problemas de la pandemia, hay que decir que este año hay una cosecha de títulos españoles excelente. Películas estupendas y ahora competimos entre todos por hacernos sitio en las carteleras junto a grandes producciones americanas. Algo que no deja de ser una pena, pero la realidad es que hay muchos trabajos interesantes. Eso demuestra que esta industria hay gente de mucho talento y que tenemos la necesidad vital de seguir haciendo cine

– El Curtas es un vivero de cine y de directores. Uno consagrado como usted, con premios Goya incluidos, que mensaje les daría a estos cineastas noveles que tratan de abrirse paso en festivales como el de Vilagarcía.

– Le diría que están en el camino correcto. Si han hecho un corto van en la buena dirección. Si realmente te mueve la pasión por hacer cine no habrá nada que te pare. Yo no tenía ningún padrino ni nada. Nací en Mallorca, viví en Valencia y con 19 años me fui a Madrid con una mano delante y otra detrás. Quería hacer cine desde pequeño y conseguí hacerlo. Hay voces que te dirán que es imposible tu sueño, pero si tienes realmente claro que lo tuyo es hacer cine y tienes la necesidad vital de contar historias a través de imágenes lo puedes hacer. Además, ahora no hay nada que te lo pueda impedir. Con tu propio móvil puedes hacer un largometraje. Cuando yo era pequeño existía el Super-8 y todo era mucho más complicado. Ahora si tienes el ímpetu y las ganas lo puedes hacer y lo vas a hacer. El haber hecho un corto y participar en un certamen como el Curtas ya es algo muy importante.

Compartir el artículo

stats