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Diego Javier Lorente López | Director de la Banda de Meaño

Las Bandas de Música deben alejarse del cliché de “la procesión detrás de la Virgen y los pasacalles”

Diego Lorente, director de la Banda Unión Musical de Meaño. | // IÑAKI ABELLA

La BUMM (Banda Unión Musical de Meaño) es uno de los finalistas de los premios Martín Códax. Una formación que apuesta por llevar música bandística más allá, con un proyecto que aúna música, voces, imagen y puesta en escena. Avalados por sus primeros premios en el World Music Contest de Kerkrade, el Flicorno D’Oro italiano o el Certame Galego en dos ocasiones, esta agrupación pone a Meaño en el mapa musical dentro y fuera de Galicia. Y ello, en un concello con apenas 5.300 habitantes, y donde hoy, en cada casa, raro es dar con una familia donde, por lo menos un miembro, no es músico. Su éxito alentó en su día la creación de la Escuela Municipal de Música de Meaño, que en sus instalaciones cuenta hoy con más alumnos que algunos colegios salinienses. La razón de la pasión de los jóvenes por la música tiene nombre propio: BUMM.

–Kerdrade, el Flicorno D’Oro, el primer galardón por dos ocasiones en el Certame Galego… ¿El mejor premio es el que está por llegar?

–Siempre es el que ilusiona, lo demás es pasado.

"Las bandas también somos música, somos la música del pueblo y de la tierra, formamos parte de nuestra identidad como pueblo"

Diego Lorente - Director de la banda de Meaño

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–Acaban de ser seleccionados en la terna de finalistas para los premios Martín Códax ¿Motiva este premio de forma diferente?

–Son unos premios distintos porque valoran, no una actuación, sino una trayectoria, la calidad, la apuesta por eventos… El gran mérito para nosotros es que los Martín Códax han apostado por contar con categoría de bandas de música, porque las bandas también somos música, somos la música del pueblo y de la tierra, formamos parte de nuestra identidad como pueblo.

–Antes, Holanda, Italia, Santiago… ¿Hace una ilusión especial el jugarse el premio aquí, precisamente en tierras saliniense?

–Por supuesto que son cosas que ilusionan cuando llegan de tan cerca, pero no debemos perder su amplitud, porque, en realidad, son unos premios de ámbito gallego.

–Finalistas por segundo año en estos premios en la categoría de bandas. En la pasada edición no pudo ser. ¿Pende el dicho de que “nadie es profeta en su tierra”?

–No, no es el caso. En un jurado, cuando valora los finalistas en unos premios así, no pesa nada en el subconsciente.

–En su trayectoria en estos últimos años, la BUMM ha sido de las pocas formaciones que no se han arredrado ante el COVID.

–No, y eso que estamos en un concello que adolecía de las instalaciones adecuadas, pero nos las hemos ingeniado para mantener la actividad: el Concello acabó accediendo a habilitar un espacio amplio en el pabellón de Xil, y eso nos permitió continuar ensayos, guardando distancias, protocolos COVID y demás. Y no solo mantenerlo, sino preparar un nuevo repertorio.

Un año muy satisfactorio

–¿En 2021 pesa el momento COVID o lo están superando?

–El año ha sido realmente bueno, hemos realizado una veintena de actuaciones y a estas alturas estamos casi en los niveles de 2019, con apenas 6 actuaciones menos. A mayores, hemos desarrollado el proyecto del concierto de Disney, recuperamos el festival de bandas y ahora estamos con el proyecto de Santa Cecilia.

–Ahora, en esta banda se habla ya de proyectos, no de conciertos al uso.

–Sí, es una apuesta diferente, que incluye una apuesta: no solo música bandística, sino cantantes, imagen, un espectáculo sonoro y visual, el ser una banda que quiere ir más allá, no quedarse en el cliché de pasacalles y procesiones detrás del santo o de la Virgen.

"La felicidad me llega estando con grupos como Meaño, poniendo en marcha proyectos y retos nuevos"

Diego Lorente - Director de la banda de música de Meaño

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-¿Por qué decide hacerse cargo de la Unión Musical de Meaño?

–Fué un cúmulo de circunstancias. Yo aprobé la oposición en Menorca, pero a mí, murciano, Galicia me había cautivado desde niño. Vine aquí con 12 años en un viaje con mis padres. Nos hospedamos unos días en el monasterio de Poio, luego viajamos: Combarro, Santiago… y ahí llegó A Garda, un pueblo que me enamoró. Recuerdo que a esos 12 años, comiendo un bocadillo de tortilla en un lugar de A Garda, en un bello paraje bajo unos castaños, le dije a mis padres: “cuando sea mayor quiero vivir justo aquí”. Cuando mis estudios en Barcelona, solía venir a Galicia a tocar con amigos gallegos, eso me hacía muy feliz. En estas, 22 años después de aquel primer viaje, yo que me había enamorado de la que hoy es mi mujer, me casé allí, y compramos una casa justo en el lugar que antes había sido aquella estampa de castaños, que ya no estaba y, curiosamente, en un edificio que, en recuerdo a lo que existía antes se llama “Os Castaños”.

–Y tras este tiempo, ¿se siente satisfecho?

–La felicidad no la hace el ser funcionario. La felicidad llega de la pasión por lo que uno hace. Y a mí, en la música, la felicidad me llega estando con grupos como Meaño, poniendo en marcha proyectos y retos nuevos, máximo con un grupo humano tan excelente como es este. La felicidad va más allá de una nómina a fin de mes.

–¿Ser finalista en Martín Códax le parecerá un homenaje?

–(Sonríe). Como me decía un profesor “para mí el mejor homenaje me lo hacen los músicos viniendo el ensayo”.

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