"La realidad de la enfermedad en pueblos pequeños como el de Meis es muy distinta a las grandes ciudades pues en ellos se divulga como la pólvora la identidad de las personas que están enfermas". Lo explica la alcaldesa socialista Marta Giráldez quien desde el minuto cero sigue con preocupación los acontecimientos derivados de la pandemia del coronavirus.

"En Meis se han dado varios casos y se nota que la gente está más nerviosa porque el fenómeno se vive de una forma distinta a poblaciones grandes", en las que prácticamente nadie se conoce, son anónimos. En Madrid o Barcelona este estigma es apenas imperceptible porque el "derecho a la intimidad" queda garantizado dado que los pacientes son los números que cada día refleja la gráfica que presenta el director del Centro de Emergencias Fernando Simón.

Detrás de una cifra no hay identidades y por tanto el paciente como su más íntimo núcleo familiar y social queda protegido de las miradas ajenas.

En las pequeñas aldeas y pueblos no es así. La aparición de casos como el del coronavirus corre como la pólvora y pronto se convierte en cuestión pública.

"Hay quien evita entrar en la misma tienda o en la farmacia si antes estuvo el enfermo o alguien de su entorno", reconoce Giráldez a quien incluso le han consultado sobre los riesgos que corren en la localidad.

De hecho, en Meis, han surgido varios casos, alguno muy grave que obliga a la permanencia en la UCI de un conocido vecino de O Mosteiro, que recientemente sufrió una intervención quirúrgica.

También se encuentran ingresados otros tres amigos del anterior que habitualmente coincidían en reuniones informales.

Pero hasta que se declaró la enfermedad, hasta que se hizo visible, estos afectados recorrieron numerosos espacios públicos, lo que implica una incertidumbre y sospechas de que broten nuevos contagiados en las próximas horas, días o semanas. Hay cierto miedo a estar infectados.

Pero también llegaron "noticias" positivas recientemente a la localidad tras haberse curado el primer contagiado de la localidad.

Se trata de un camionero de A Goulla que empezó a encontrarse mal hace quince días a su regreso de un viaje de transporte de vehículos a Majadahonda (Madrid), cuando el brote ya hacía estragos en la capital española.

Con todo, no es extraño que la alcaldesa anime a los vecinos a colaborar con toda la "artillería" de que dispongan.

"Hay muy buena voluntad por parte de todos, desde vecinos que emplean sus tractores y sulfatadoras para desinfectar las zonas más concurridas de la localidad a costureras que en dos días confeccionaron mil mascarillas de protección", explica la regidora.

La gesta fue posible gracias a la donación de la tela quirúrgica que el alcalde de Sanxenxo Telmo Martín donó a la Mancomunidade y se repartió entre los ayuntamientos de Meis, Meaño, A Illa y O Grove. Las mujeres las confeccionaron siguiendo las pautas de un tutorial explicativo.

También la asociación de Protección Civil, formada por una decena de voluntarios, colabora de forma intensiva, además de un colectivo de otros veinte voluntarios que cada día proporcionan a las personas que lo necesitan la compra en el supermercado, en la farmacia o en la tienda de alimentos para animales, por poner algunos ejemplos de lo que vienen haciendo durante el estado de alarma decretado el pasado 14 de marzo.