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Una odisea de 36 horas en ferry hasta Cádiz

El colapso del tráfico aéreo, sumado al deseo de evitar la escala en Madrid, dejaba muy pocas alternativas para la vuelta. Además el deseo de poner punto y final a "una pesadilla" hizo echar mano de la primera opción posible para regresar. De ahí que optasen por la posibilidad de tomar un ferry de Lanzarote a Cádiz y desde la capital andaluza subirse a un autobús para llegar a Santiago hoy a las nueve de la mañana.

Reconoce el padre de la familia cambadesa que "no fue un viaje cómodo. Fueron 36 horas en el barco y aún por encima nos tocó mar de fondo y se complicó aún más. Ninguno de nosotros cuatro nos mareamos, pero hubo gente que lo pasó realmente mal".

La principal preocupación de afrontar un regreso tan maratoniano e incómodo era el pequeño Martín. "Él necesita sus rutinas en todo momento para estar tranquilo y no agobiarse. Apenas disponíamos de pictogramas para poder explicarle un poco lo que estaba pasando, pero lo que pudo llevar bastante bien y eso nos ayudó a todos a llevar un poco mejor el viaje".

A mediodía de ayer se produjo la llegada al puerto gaditano. Una vez allí, y tras aprovisionarse de comida para la vuelta, tocó emprender regreso por carretera. "El autobús llegó a las cinco en punto y cuando nos sentamos en él fue casi como una liberación. Pasamos horas de mucha angustia, porque en Canarias nadie nos resolvía nada, pero ya solo pensamos en poder descansar un poco en el autobús y llegar por fin a casa", apuntaba en la tarde de ayer Rogelio Díaz.

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