-¿Y cuándo se dio cuenta que lo suyo encima de un escenario podría ser factible?

-Fue cuando la primera vez que la hice y funcionó muy bien. Fue en el año 2000 en el Club de la Comedia. Había un certamen de monólogos en el que hablé sobre cajas de bombones y galletas surtidas. Allí estaba otro gallego ilustre en aquella semifinal como Miguel Lago. Fue en Santiago en el Hotel Araguaney y en el que también estaba una criatura nacida en O Grove como Javier Veiga.

-¿Cansa más reír o hacer reír?

-Se disfruta mucho riendo y haciendo reír. El agotamiento que deviene de reír es maravilloso. Se llama "risaca". Cuando después de la función ves que has hecho disfrutar también es una sensación muy gratificante.

-Lo que nadie le puede negar es su facilidad para componer palabras y darle significado. ¿Qué tal es su relación con los académicos de la RAE?

-Muy bien, les tengo cariño y respeto. Algunas veces he colaborado con ellos, pero no olvidemos que es muy distinto lo que hago yo de lo que hacen ellos. Los académicos recogen el uso de las palabras, pero no las inventan. Y además creo que la parte bonita de lo que hago es buscar significados huérfanos de significante. Situaciones reconocidas que son un significado pero que no tienen un significante que les den nombre.

-¿Usted es un mago que hace reír o un humorista que hace magia divertida?

-El mago hace magia y el humorista hace reír. Acabo de llegar de Las Vegas de una reunión de magos más importantes del mundo. Me llamaron para hablar de como hacer magia en televisión. Les decía que una cosa interesante es como otras disciplinas aportan a la tuya. Lo que he aprendido del humor lo aplico a la magia y viceversa. Eso te hace buscar otras estructuras y sorprender y emocionar de otra manera.