La reconocida y premiada escritora Teresa González llega a O Grove, su pueblo natal, con una nueva obra bajo el brazo. Se trata de "Fred Quincalla, o nómade do mar", una novela infantil, publicada por Xerais, que cuenta las peripecias de dos personajes muy peculiares que tienen un objetivo común, huir, y que son los artífices de un peculiar robot al que bautizan como Fred Quincalla.

-De nuevo en casa para presentar otra novela infantil, que versa esta vez sobre un nómada que se siente diferente ¿Qué podría contar de este último trabajo?

-Se trata en realidad de una historia metida en otra historia. Los protagonistas de la obra son una prestidigitadora y narradora de historias y un cocinero, que huyen de sus vidas anteriores. Son Leopolda Diéguez y el Gran Gogol, ella escapa de un rey y el de una duquesa, y al encontrarse se convierten en amigos. De su entrañable relación nace Fred Quincalla, un robot hecho de trozos de madera, que se siente distinto al resto, y que establece amistad con una ballena. En definitiva, es la historia de alguien que no encuentra su lugar, y que se debate en esa tensión de ser nómada o establecerse en algún lugar, un poco lo que creo que nos pasa a todos en la vida.

-El libro está ilustrado esta vez por la artista Marina Seoane, que siempre dijo le hace especial ilusión ¿Qué aportan sus ilustraciones a la novela?

-Es curioso, la verdad, porque siempre me han gustado sus ilustraciones, desde que era muy pequeña. Así que cuando la editorial me dio la posibilidad de escoger, no lo dudé ni un minuto. Marina fue trabajando en los dibujos por separado, lo hicimos un poco de manera independiente, y cuando me llegaron las ilustraciones fue toda una sorpresa, pues los personajes no eran para nada como yo me los había imaginado, pero me gustó mucho el resultado, me abrió un universo distinto y creo que aportan una pincelada atemporal al relato, son como muy poéticos.

-Al leer su novelas anteriores, me refiero a las novelas infantiles, se ve que tienen un hilo conductor común: los viajes ¿Es intencionado?

-Es cierto que todos mis personajes son en cierta manera viajeros, pretendo que sean personajes movidos por la curiosidad por el saber, que van aprendiendo muchas cosas por el camino, y van abriendo puertas que les muestran nuevos mundos. Se debe también a mis estudios. He trabajado mucho sobre la literatura de viajes, sobre todo la de Nicolás Bouvier, me gusta mucho la manera que tiene de percibir el mundo. Y a la vez esa es también mi filosofía vital.

-¿Y de donde le proviene la inspiración para escribir?

-Depende. Del día a día, de la gente y de la necesidad por conocer. En el caso de Fred Quincalla por ejemplo, tengo que reconocer que me gusta mucho la madera que arrastran las corrientes por el mar y acaba en la orilla de las playas. Me gusta observarla y reflexionar, e inventarme historias sobre la manera en cómo ha llegado hasta allí. La verdad es que no suelo tener problemas de inspiración, a veces me resulta más difícil elegir qué historia contar de todas las que se me ocurren. A partir de ahí hay mucho en lo que trabajar.

-Si se lee entre líneas ¿qué es lo que trasciende de este último trabajo? ¿Contiene algún tipo de moraleja?

-No, para nada, nunca escribo con esa intención, no creo que tenga que dar ninguna lección de moral a nadie, y mucho menos a los niños. Lo bonito de la novela infantil es que cada uno saca sus propias conclusiones y se inventa sus propias historias. Por eso, el verdadero premio no son los galardones que te entregan sino la lectura que le dan los niños a tus historias.

-Además de literatura infantil ha hecho narrativa y teatro. ¿Qué otros géneros tiene pendientes?

-Me gusta escribir sobre todo teatro, porque es mucho más ágil y los diálogos te ofrecen otras posibilidades, pero también disfruto un montón con la novela, y me gusta escribir para adultos, aunque en realidad considero que todas mis obras son para todos los públicos. También me gusta escribir poesía, pero para mi, no para publicar.

-¿Y cuánto tiempo le lleva crear una obra?

-No le sabría decir, es muy relativo, hay trabajos que salen rapidísimo y otros que duran meses. Por ejemplo con "Os santos nunca durmen" tardé un montón en finalizar, entre revisiones y demás. Las novelas infantiles sin embargo son más ligeras.

-Y por último, ¿tiene usted algún proyecto nuevo a la vista que se pueda contar?

-Pues si, estoy trabajando en una nueva obra de narrativa, pero no puedo destripar nada por el momento. Lo que si puedo anunciar es que habrá una precuela de "A filla do ladrón de bicicletas" para la próxima primavera. Estoy encantada con ello porque Serafina y su bicicleta tienen multitud de fans, que esperan ansiosos una nueva entrega, y además es una obra a la que le tengo especial cariño.