-¿A grandes rasgos qué descubrirán los que contemplen su particular "Arousa"?
-Van a ver que detrás de todo ese trabajo, hay modernidad, puesta en escena y mucha tendencia. Mis inspiraciones son muy sutiles. Incluso hay diseñadores que sabiendo la esencia de mi trabajo reconocen que hay detalles que no se perciben en el desfile. Siempre soy como el más innovador. Me gusta proponer siempre un algo más. Incluso mis ideas son más aceptadas con el paso de los meses que en el primer impacto. Por ejemplo mis vestidos y las modelos van a oler a camelia porque es uno de los aromas con los que identifico la ría de Arousa.
-Además la pasarela Atelier Couture se trata de un club muy selecto y con sus propias normas.
-Se ha hecho un casting para elegir catorce talleres de moda nupcial de toda España. Los requisitos para poder participar son el que sean talleres de costura artesanal, que trabajen con material elaborado en España y que recuperen técnicas tradicionales.
-¿Cuál es la mayor satisfacción para un diseñador en el momento que termina su exposición?
-Que guste. Lo ves en la gente. Si vienen corriendo al photocall al acabar. Percibes si gustó o no gustó. O cuando vienen y me dicen "me sorprendes". Es un mundo maravilloso como profesional en el que estoy, pero también hay mucha superficialidad, mucha tontería y es muy ficticio. Lo superfluo predomina mucho más, pero lo sincero se percibe como en cualquier faceta de la vida. Pero es mucho trabajo el que hay que detrás. Y trabajo que sigue después porque luego el vender es otra cuestión que sigue al proceso que empieza por gustar y tener presencia en el mercado.
-¿Qué queda en esta colección "Arousa" de aquel Franco Quintáns que se lanzó al vacío en Camariñas en su primer desfile?
-La ilusión. Me sigo emocionando como el primer día. Me derrumbo, me echo a llorar... Todos son momentos de mucha intensidad. Desde la prueba, el maquillaje, el peinado? Me dice que tengo alma en todo lo que hago y eso es porque se transmite mi ilusión.
