Aprovechando la pleamar, la primera batea con emparrillado de polietileno de alta densidad construida en España partía ayer a las 17 horas de la "ría de Dena", en Os Seixiños, Concello de Meaño, con destino a Combarro, en cuyas aguas será testada por la productora de mejillón Barlovento durante el próximo año. La nueva estructura aspira a revolucionar el sector, y convertirse en una alternativa a la tradicional batea de vigas de madera. Esto supondría el desmantelamiento progresivo de las actuales bateas por estas, más duraderas, flexibles, ligeras y ecológicas.

El barco de la empresa Barlovento, con 21 metros de eslora y 400 caballos de potencia, y con el empresario José Soutullo al frente, enganchaba la batea para remolcarla durante unas 20 millas en un viaje cuya duración prevista era de 6 horas, por lo que su llegada sería hacia las 23 horas, siendo fondeada en las aguas de Combarro.

Soutullo se mostraba cauto sobre la experiencia piloto: "las expectativas son grandes -aseguraba- porque Forjas es un fabricante serio y con muchos años de experiencia, pero vamos a ver ahora como se comporta y como funciona la batea en el mar. Es necesario -continúa- que, cuanto menos, haya que esperar un invierno y luego lo normal es que se tengan que ajustar algunas cosas porque no todo saldrá a la primera".

La nueva batea, con 6 flotadores y sus 540 metros cuadrados -es la estructura que mejor se comporta en el mar según los expertos-, ha venido a sustituir en el polígono de Combarro a una de los nueve bateas clásicas, con emparrillado de madera, que Barlovento tiene en la zona, y a las que suma ocho más en aguas de O Grove.

Será destinada en principio a producción de mejillón con el máximo de las 500 cuerdas que marca la normativa "lo que puede suponer una producción anual, en el mejor de los casos, de cerca de 100 toneladas de mejillón al año", apunta Soutullo.

La estructura, construida por la empresa meañesa Forjas do Salnés, una firma con más de 50 años de experiencia en la fabricación de bateas y la única en España que hace el proceso completo con mantenimiento en el mar, junto con Tepsa, asentada en Murás y primera productora nacional de polietileno, responde a una iniciativa privada, si bien, como cualquier otra, se beneficia de una subvención pública fijada de antemano por la administración autonómica.

De funcionar en el mar sus ventajas parecen avalar su rentabilidad en el futuro. Manuel Serrano, gerente de Tepsa garantiza el material empleado en el emparrillado: "el polietileno es un material plástico que lleva utilizándose en el mar hace más de 50 años, es inerte, no tóxico, cien por cien reciclable y, a diferencia de la madera, no necesita tratamientos de alquitrán u otros productos semejantes, para su conservación". Con él se consigue esta batea "más ligera, flexible, ecológica, más segura para el trabajo sobre el emparrillado que no se hace resbaladizo como el de madera con la lluvia, y con una vida útil mucho mayor".

José Manuel Méndez, gerente de Forjas de O Salnés, le pone datos: "una batea convencional de madera pesa unas 89 toneladas y esta apenas 45, por lo que aguantará mejor la carga de mejillón.

En cuanto a vida útil, la batea se prevé que dure más de 30 años cuando una con emparrillado de madera ronda los 15, y a veces, ni eso si la madera sale mala. Además su mantenimiento en el mar sería prácticamente nulo."

El gerente de Barlovento, reconoce que se embarcó en el proyecto "porque nosotros, que empezamos en esto en 1983, tenemos una relación estrecha con Forjas que ha sido siempre nuestro principal proveedor. Fueron ellos quienes nos hablaron del proyecto que estaban desarrollando junto con Tepsa y nos pareció interesante innovar y adquirir la batea para testarla".

El propio Soutullo reconoce que si la batea funciona "nos plantearíamos ir sustituyendo las otras 16 que tenemos con emparrillado de madera por estas nuevas porque su duración en el mar se prevé mayor y el mantenimiento debería ser prácticamente nulo, cierto que en contra tiene el precio que es también más elevado".

De partida, parece el único handicap porque el precio de una de estas bateas de polietileno rondaría los 80.000 euros mientras que su equivalente en madera supondría unos 52.000. Y al final los números siempre pesan. Pese a todo José Soutullo, llegado el caso, reconoce que se plantearía el cambio, "pero no ampliar el parque de bateas de Barlovento porque tal y como están las cosas pienso que lo mejor por el momento es quedarse quietecito."

A buen seguro que a partir de ahora serán muchos los curiosos que se acerquen cada día por aguas de Combarro, máxime después de un temporal, para ver como se comporta en adelante esta batea piloto. Y que José Soutullo y los promotores del proyecto recibirán más de una llamada interesándose por la evolución de la nueva estructura que, si cala, puede revolucionar el sector bateeiro en los próximos años.