Hace meses que Twitter se muestra vulnerable. La red social preferida del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se ha estancado en los 320 millones de usuarios al mes y la sombra de los trolls se cierne sobre ella. Mastodon, una nueva red de mensajes cortos, viene dispuesta a cortarle el vuelo al pajarito de Twitter con una comunidad más segura y sin publicidad.

Mastodon es una red social de código abierto que nace para acoger al usuario que, como su fundador Eugen Rochko, está cansado de Twitter. Su creador reconoce que el objetivo es ofrecer un clon mejorado de Twitter. Mantiene la interfaz sencilla -parecida a TweetDeck, la plataforma de monitorización de redes sociales- y el "timeline" cronológico pero trata de ahuyentar a los trolls -usuarios con ánimo de ofender- con más medidas de seguridad.

Mastodon también aumenta el límite de 140 caracteres de Twitter a 500 palabras y su comunidad está dividida por temas: "instancias". Es lo que se llama una red descentralizada. El usuario elige la instancia a la que quiere pertenecer y comparte sus aportaciones en comunidades sobre juegos o tecnología, por ejemplo.

La instancia general es la más popular: "mastodon.social" cuenta con más de 40.000 usuarios en menos de un mes. La plataforma salió a la luz el 31 de marzo tras conseguir financiación mediante "crowdfunding" (donaciones a través de internet) y en 48 horas creció un 73 por ciento. La red del mastodonte avanza a buen ritmo y los medios especializados la señalan como una alternativa al pajarito azul.

En Mastodon los tuits se llaman "toots" y los retuits son "boosts" pero lo más interesante son sus herramientas de seguridad. De mano, su estructura descentralizada disuade a los trolls porque no pueden alcanzar todos los usuarios de la red, sólo los de una comunidad.

En cuanto a las publicaciones, en Mastodon se pueden enviar toots públicos, a seguidores o sólo a un usuario. Un modelo que recuerda a las políticas de privacidad de Facebook y no a las de Twitter, marcado en los últimos meses por el descontrol de sus mensajes.

La tuitera Cassandra fue condenada a un año de prisión y siete de inhabilitación por un delito de humillación a las víctimas del terrorismo por sus tuits sobre Carrero Blanco, asesinado por ETA.

El último mensaje desafortunado en Twitter lo firmó Lagarder Danciu, un activista rumano, que en referencia a la muerte de la exministra española de Defensa, Carme Chacón, escribió: "Se muere la reina de los desahucios, tenía problemas cardíacos, carecía de corazón?".

Ante semejante jauría, Twitter cerró su red a las personas suspendidas por mal comportamiento e implantó "búsquedas seguras"; unas medidas que no terminaron de convencer a los escépticos.

En las últimas semanas, la compañía también lanzó Twitter Lite, una versión más ligera de la red para el móvil, y eliminó las menciones visibles en los tuits. Twitter sigue aleteando sus alas pese a que muchos lo ven herido de muerte.