Como un ave rapaz que rondara a su cena, la cámara sobrevuela el desierto de Mojave, mecida por la guitarra doliente de Ry Cooder. En ese océano de arena, un náufrago avanza con paso decidido. Responde al nombre de Travis. Viste traje barato, barba insolente y una imposible gorra roja, digna de Niki Lauda. Su mirada, cargada con la lucidez atroz del insomnio, busca al depredador en las cumbres. Lo encuentra, plano-contraplano y una respuesta: el hombre se lleva a los labios una garrafa de agua. Ese día no morirá.

En algunas raras ocasiones, una única película sirve para definir toda la carrera de un cineasta o un actor. Harry Dean Stanton, actor de talento que falleció este viernes, a los 91 años, en Los Ángeles, sólo necesitó una escena: la del arranque de "Paris, Texas", el filme de culto de Win Wenders. Pero Stanton no se conformó con ser Travis: en su brillante carrera entre cine y televisión, a sus espaldas, el intérprete se consolidó como uno de los secundarios más carismáticos del cine norteamericano. Sus apariciones en el cine eran cada vez más frecuentes, también más decisivas. Su silueta afilada corta los planos en "Pat Garret and Billy the Kid", el clásico de Peckimpah; en el "Dillinger" de Milius, en "El Padrino, parte II", en "Alien, el octavo pasajero", en "1997: Rescate en Nueva York".