Una "antena" que la conecta, la peineta y unas gafas son su parapeto de "teatral privacidad", las señas de identidad de María Isabel Quiñones Gutiérrez cuando se convierte en la cantante Martirio, que celebra sus 30 años de carrera mezclando tradición y vanguardia con un disco recopilatorio.

"Es lo que me permite ser un personaje y luego Maribel, y al mismo tiempo estar conectada al mundo sin dejar de tener los pies en la tierra", confiesa Martirio, que reconoce que siente que tiene que empezar otra vez, porque ella nunca ha tenido la sensación de tener que llegar a una meta. La cantante, que triunfó en los años ochenta acercando la copla a otros estilos musicales muy dispares, recuerda esos años como un momento en el que "se tenía mucho respeto a la música". "Era un baluarte", dice.