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El vestidor

No solo hay machos alfa. En todo grupo de lobos hay una hembra alfa. Una loba tiene poder dentro de la manada, poder oficial. Mariló es una mujer alfa. Fabiola tira más a beta. Es una ley de la naturaleza, una cuestión etológica. Mariló visitó a Bertín, el macho alfa ibérico, y se empoderó de su madriguera. Como en el cuento, probó su sopa y se tumbó en su cama. Cuando llegó a casa la esposa del presentador, exclamó, como ricitos de oro, ¡alguien ha probado mi sopa! y ¡alguien ha dormido en mi cama! Pero la sopa se sirve caliente, al revés que la venganza, que se sirve fría. Y la venezolana urdió su vendetta. A la semana siguiente es el exmacho de la hembra alfa el que, casualmente, visita el mismo hogar. Y como entre machos dominantes la tensión sube enteros, la hembra de la casa interviene y se lleva al invitado al mismo lecho. Donde las dan, las toman. Si bien la revancha de mujer beta es "más respetuosa". Sin revolcón. Sobre las sábanas de hilo y los cojines bordados ajenos. En solitario, pero revolcón. Por su parte, los hombres alfa se interrogan sobre la "inteligencia sexual" de Mariló. Ante la ignorancia de los machos, emergen ellas. Lo entenderíais si leyeseis "50 sombras de Grey", dice Fabiola. Al fin, las hembras se hallan en un lugar común. Con sus más o sus menos, sus alfas o sus betas.

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