Frozen es el reino de hielo. Y Elsa, la reina de las nieves que nació de la imaginación de Hans Christian Andersen. A estas alturas, existen dos bandos: los adictos, que sonríen bobalicones a los sones de "Let it go" y los que sufren empacho, sobredosis Disney. Pero en esto, como en la cuestión catalana o en GH, existe una tercera vía. La tercera vía -nunca mejor dicho, tras su paso por quirófano para una vagina de reestreno- es la afamada presentadora, actriz y cantante Leticia Sabater. Mejor llámenla Elsa, o Esa, protagonista del musical Frozen, digo Fonze, en un conocido circo. A Sabater le hace muchísima ilusión regresar al público familiar varias décadas después de su mucha marcha. Público familiar que compagina con el adulto. Porque la artista total es capaz de irse de reality a tirarse de los pelos con cualquier pelandrusca, ponerse la peluca de lanas de princesa o, sin solución de continuidad, los cueros de Mr. Policeman y sentarse a hablar a cámara de su virgo. Si se tercia, le hace de Ofaf derretido a Kim Jong-un, el líder que un día pensó, ilusa, que bebía los vientos por ella. Vientos coreanos, claro.
