La hierba siempre luce más verde en el patio del vecino, aunque aquí estaría mejor decir en el piso de más arriba. Aunque es más compleja que "Snowpiercer", que trae a la memoria por su enfrentamiento de clases, Ben Wheatley picaba muy alto: aspiraba a emular a Kubrick. El propio cartel de la película evoca al de "La naranja mecánica", con la que se la ha comparado.
Aunque el realizador pone mucha energía, exceso, extravagancia, voluptuosidad, locura y furia en el intento, además de una bellísima y cuidada fotografía que recuerda a la del maestro y que por sí sola se merece una exposición, el desenfreno visual devora su distópica pero certera historia, que refleja de forma clara e implacable lo fácil que resulta que un grupo humano pierda el control. No estamos tan lejos del mono.