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Yoshiharu Tsuge, un clásico del manga costumbrista

En su viaje a contracorriente, el autor de "El hombre sin talento" fue premonitorio de una forma de entender la historieta

Historieta de autor servida con una sensibilidad exquisita

Cuando Sanpei Shirato fundó en 1964 la revista "Garo", iniciaba en Japón una manera rompedora de entender el manga. En su seno se practicaba una historieta alejada de la fórmula de éxito masivo propia del medio en Japón, acercando el medio a parámetros de autor con obras personales. Yoshiharu Tsuge fue una de sus firmas más destacadas.

Tsuge había sido un autor consolidado en el seno de géneros comerciales adultos como el gekiga (literalmente, "imagen dramática"), pero una crisis del mercado le sacó del mismo, sumiendo al autor en una depresión y abandonando la escena durante años. Volvió al cómic para caminar vías inesperadas, rupturistas en su tiempo, como hemos dicho en el seno de "Garo". Las suyas eran historias psicológicamente densas y oscuras, que abrían un caudal de posibilidades a los mangakas. Insistimos en que Tsuge no era ningún recién llegado. Muy al contrario, parecía "de vuelta de todo". Esta actitud unida a un carácter tendente a la depresión (capaz de escaparse a vagar por Japón durante días, por ejemplo) se unen a su talento como autor de cómics y entregó una obra definitiva, punto de fuga insalvable para conocer la historia del manga y ahora publicada en castellano: "El Hombre sin talento". Publicado por entregas entre 1985 y 1986, este manga es un reflejo autobiográfico, pero con deformaciones leves, de la psique angustiada del propio Tsuge, una confesión desesperada, quizá desesperanzada, de alguien que vive un tormento interior constante.

Ocurrencias

Sukezo Sukewaga es un dibujante de manga que huye de su oficio e intenta prosperar a golpe de ocurrencias. Por ejemplo con la venta de piedras (existe un mercado de coleccionismo de piedras de río en Japón) o la de viejas cámaras fotográficas. Huidas hacia adelante para no enfrentar un matrimonio en descomposición, una palpitante miseria económica a punto de engullirle, y una terrible fatalidad existencial. Es imposible desligar esta historia de los abismos interiores de su autor. Lo biográfico está a flor de piel, sí, pero donde más transparente resulta el retrato es en las pequeñas cosas que nos describe. A Sukezo le da por pensar que las piedras el pule el río pueden ser su futuro y el sentido de su vida, y "El hombre sin talento" se ensimisma en un delicado acto de observación de la belleza mineral de los cantos rodados. Y la narración parece evaporarse en los poros de las piedras, en el sentido de su belleza? hasta romperse el hechizo, volver a la realidad de la historia narrada y comprobar que en la ocurrencia el protagonista solo obtiene un fracaso sin matices.

Mucho antes de que en España empezásemos a valorar el cómic biográfico, hace casi treinta años un autor oriental ya daba lecciones de cómic biográfico, de sentimientos y miedos personales. Historieta de autor pura servida con una sensibilidad exquisita y dolorosa, con puestas de página formalmente clásicas, limpias y muy fácilmente legibles (incluso en su formato original japonés, que la editorial Gallo Nero respeta en su libro, una edición muy cuidada).

Desde la portada el hombre sin talento echa un pis en la orilla de un río. Parece feliz. Quizá para Yoshiharu Tsuge la felicidad era eso: vaciarse.

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