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Las termitas, Noé y Vicente

Las termitas, Noé y Vicente

Hace cosa de un mes Andreu Buenafuente y Berto Romero, en su programa de radio Nadie sabe nada, leyeron una pregunta extraída al azar de una urna que contiene habitualmente toda clase de reflexiones planteadas por los oyentes. La cuestión era inquietante. Si en el Arca de Noé no había termitas, ¿cómo se salvaron esas termitas del Diluvio Universal? Y si las había, ¿cómo se salvó el Arca de Noé de ser devorada por ellas? Ya la hemos liado?

Como poco, el tema da para hacerse la pregunta de si en el Arca había insectos, que en el Génesis no se especifica bien la cosa. Está claro que había mamíferos, aves y reptiles, eso sí, aunque tampoco hay un censo preciso. Sólo sabemos que había cuervos y palomas, los dos animales que salieron de la nave a ver si la ciclogénesis (nunca mejor dicho) explosiva había amainado. Se nos antoja que la pregunta del oyente sólo tiene dos respuestas posibles: que lo que viajó en el Arca fueran huevos de termitas o que la narración de la Biblia fuera una metáfora de algo que corroboraría lo que dicen Giorgio Tsoukalos y sus colegas de Discovery Max a propósito de que aquello fuera un banco de ADN organizado por alienígenas mucho más evolucionados que Noé y su familia. Si damos por válido el primer caso, lo lógico es que los huevos eclosionaran al bajar las aguas de la Tierra y las termitas se zamparan lo primero que vieron, esto es, el Arca misma: así se explicaría por qué no se han encontrado más que unos troncos en el monte Ararat que no hay forma de confirmar que hubieran pertenecido al barquito. Pero, claro, Dios no le dijo a Noé nada sobre subir a bordo huevos de insectos? Para admitir el segundo caso, hay que estar muy convencido de la teoría de los antiguos visitantes alienígenas artífices de prodigios como la construcción de las pirámides de Egipto o las dos bombas atómicas que, como bien se sabe, destruyeron Sodoma y Gomorra. La teoría del banco de ADN gana peso.

¿Hay más opciones? Pues va a ser que sí. El cuervo Vicente, así bautizado por el escritor portugués Miguel Torga en su libro Bichos, tuvo que ser necesariamente ese primer animal que salió del Arca. ¡Pobre pájaro negro! Resulta que Vicente no fue liberado por Noé, sino que se escapó de un zoo de animales sumisos, muy tontos y muy dispuestos a cualquier cosa que el intermediario de Dios -véase Noé- hiciera con ellas y ellos. Vicente no quiso volver al Arca y, ante la estupidez bovina reinante, Dios no tuvo más remedio que perdonarle su pecado de fuga para que siguiera habiendo cuervos sobre la Tierra. El resto de los bichos eran unos mierdas que jamás osaron salir del Arca sin permiso. Vicente no; Vicente desafió a Noé y a Dios. Como diría Raquel Martos, muy fans de Vicente.

Perdonen la palabrota que sigue, pero? ¡joder! Pretendíamos no hablar del resultado de la elecciones y resulta que no hemos podido evitarlo.

@JulianSiniestro

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