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Que nos vaya bonito

Que nos vaya bonito

Vaya, hombre, cuando parecía que la Unión Europea iba a ser un Reich que durase mil años, va la Pérfida Albión y se larga. Las vestiduras se rasgan, los cabellos se arrancan y las nubes se levantan. El mundo entra en pánico y hasta se olvida de la Eurocopa. Estos británicos son muy suyos. Para empezar, ni siquiera manejaban el euro y siguen conduciendo por la izquierda. Salvo que el cielo caiga sobre sus cabezas, ellos tan campantes.

Aparte de las consecuencias políticas y económicas, ya requetemachacadas por los medios, aquí habrá que considerar otras cosas. El pifostio administrativo será de aúpa. Hala a hacer nuevos pasaportes, remodelar aduanas y revisar tratados. Claro que todo eso ya estaba antes de que se crease la UE: no tienen más que volver a montar el chiringuito. Los que a lo mejor tenemos que repensar la cosa somos los que aún estamos por aquí. Por ejemplo el euro, esa moneda única impuesta desde el Bundesbank que está en el origen de muchos de nuestros problemas. Se diseñó a mayor gloria de Alemania. Ellos lo tuvieron muy fácil: un euro era exactamente dos de los antiguos marcos. Nosotros no pudimos dividir los precios por la mitad ni adaptar nuestros cerebros tan fácilmente como ellos: nos tocó la estúpida equivalencia de las 166 pesetas (exactamente dos marcos alemanes también, claro). Prometieron que no subirían los precios, que todo se mediría en céntimos con precisión milimétrica. Pero como quien oye llover: cien pesetas pasaron a ser un euro; esto es, la vida subió la friolera de un 66 % y nosotros nos tragamos tan ricamente semejante rueda de molino. Los británicos dijeron que tururú, que ellos seguían con la libra esterlina. Claro: es que ya habían pasado por un trauma de narices cuando adoptaron el sistema métrico-decimal. Gato escaldado, del agua fría huye. Y sí que las pasaron canutas: de repente las pulgadas, los chelines y las onzas pasaron a mejor vida. O no tanto, porque una pinta de cerveza siguió siendo una pinta y no medio litro, ¡faltaría more! O sea que si los británicos también se salen del sistema decimal, tampoco lo van a tener tan difícil: ya saben lo que pimplan. ¡Qué bonito va a ser contar otra vez en guineas, coronas, peniques y chelines de los de antes!

La Unión Europea es un paraíso moralmente degradado: véanse porquerías inmundas como la guerra de Yugoslavia en su día o la crisis de los refugiados ahora. Que se atreva a sermonear a UK tiene su punto de atrevimiento. A partir del resultado del referéndum, los británicos tienen todo el derecho a decir "ahí queda eso y que os vaya bonito". Pero, claro, es que de ética mejor ni hablamos, que los mercados, los bancos, las multinacionales, el TTIP y esas cosas, no tienen muy trabajado el asunto.

Ya lo decía la canción: "Aleluya, Europa: ¡qué triste y sola y qué idiota! / Aleluya, Europa: aquí se mira y no se toca".

@JulianSiniestro

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