"Franco negó que hubiera españoles fuera de España, por lo que cuando los Aliados liberaron el campo de concentración de Mauthausen, se encontraron con que no tenían país y tuvieron que permanecer aún algunos meses entre esos muros, hasta que las instituciones internacionales presionaron al Gobierno francés para que los acogiera como franceses". Así lo recordó ayer Pepe Sedano Moreno, escritor e investigador de la deportación española a los campos de exterminio nazis, que ayer presentó en el Club FARO "El infierno y sus puertas" (Círculo Rojo), obra que lleva como subtítulo "Mis conversaciones con el deportado Amadeo Sinca y con Dante Alighieri. "Esta afirmación explica por qué en Mauthausen los españoles llevaban una estrella azul, de apátridas, cuando el rojo era el color designado para los presos políticos", explicó el ponente.

El libro está basado en los testimonios de tres deportados y una deportada. Uno de los interlocutores, con quien el autor de este libro mantuvo correspondencia durante tres años, es Amadeo Sinca, afincado en Toulouse (Francia), superviviente de Mauthausen y autor del primer libro escrito sobre la deportación española (1946). Otro de los testimonios es el de Mercedes Núñez Targa (Barcelona, 1911-Vigo, 1986), secretaria de Pablo Neruda durante la II República, y que fue vecina de Bembrive. "Mercedes Núñez fue una heroína no solo porque luchó en España por defender la libertad y la justicia en una época en que eso era jugarse la vida, sino por su experiencia en Ravensbrück, donde el 14 de abril de 1945, día de la liberación del campo de concentración, estaba destinada a la cámara de gas", afirmó.

Entre los deportados están también Joan Mestres y Joaquín García, quien afirmó haber huido del campo de Treblinka y haber atravesado una Europa en guerra, y cuya veracidad cuestionan tanto la Amical de Mauthausen como el propio Sedano. "No hay ningún documento que demuestre que miente, pero tampoco hay ninguno que lo confirme. Atravesar 2.500 kilómetros controlados por la Gestapo parece bastante increíble. Por eso, yo prefiero ponerlo en cuarentena", comentó el ponente.

Aunque es imposible conocer el número exacto de españoles que fueron deportados a los campos de exterminio nazis porque mucha documentación se ha perdido, mucha no ha viso la luz aún y otra fue destruida por los propios nazis para tapar el genocidio, como es el caso de los documentos del campo de concentración del de Treblinka, se estima que fueron casi 10.000 españoles, adultos y niños. La inmensa mayoría de estos deportados acabaron entre los muros de Mauthausen y sus subcampos, como el de Gusen, a pocos kilómetros de la ciudad de Linz. "Donde se levantó Treblinka hay ahora un bosque. No queda ni una piedra que diga que allí hubo un campo de concentración nazi", añadió.

Sin embargo, la deportación española no se conocería hasta muchos años más tarde. El propio Sedano reconoció que él, siendo un entusiasta de la II Guerra Mundial, no supo de ella hasta 1981, cuando hasta su mesa de funcionario del ayuntamiento de Berja llegó una solicitud de información sobre los familiares de varios españoles exiliados en Francia y que habían estado prisioneros en campos de concentración nazis. Y, según el investigador, la deportación es aún muy desconocida en España. "Medio país no sabe aún que hubo deportados españoles a los campos de concentración nazis", apuntó.

Reconoció que fue esta solicitud la que despertó su deseo por saber más sobre aquellos fallecidos a cuyas familias quería ahora indemnizar el Gobierno francés, curiosidad que se fue ampliando después a la deportación española en general. "Mientras siga habiendo interés, continuaré sacando a gente de la oscuridad", aseguró Sedano, que estuvo presentado por María Torres, memoralista, investigadora histórica y escritora.

En una conferencia titulada "El infierno y sus puertas: Mauthausen, Treblinka, Ravensbrück, Sachsenhausen...", Sedano no solo presentó a los protagonistas de El infierno y sus puertas", que definió como una conversación a tres bandas entre Sinca, Dante y el propio escritor, sino que recordó hechos como el "convoy de los 927", un tren que trasladó hasta Mauthausen a 927 republicanos, familias enteras, que se encontraban en el campo de Angulema. Allí, los mayores de 13 años fueron obligados a apearse. El resto reinició un largo viaje de vuelta sin agua ni comida.