Experimentos únicos en suelos a largo plazo, que se remontan a mediados del siglo XIX, confirman la imposibilidad práctica de enterrar carbono en el suelo para detener el cambio climático. Los hallazgos provienen de un análisis de las tasas de cambio de carbono en el suelo realizado por los científicos de Rothamsted Research, donde se han recogido muestras de los campos desde 1843. Se publican en "Global Change Biology".

La idea de usar cultivos para recolectar más carbono atmosférico y encerrarlo en la materia orgánica del suelo para compensar las emisiones de combustibles fósiles se lanzó en la Conferencia anual de las Partes para examinar la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en París en 2015.