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Sergio García: "Es inaceptable dejar a los jóvenes en manos de profesores desactualizados"

"El videojuego facilita la motivación del aprendizaje, pero las escuelas prefieren que los alumnos aprendan a usarlos fuera de las aulas"

Sergio García, profesor de la Universidad de La Salle en Madrid, durante una de sus ponencias. // FdV

Sergio García es profesor universitario en Madrid. Experto en innovación digital, enfoca sus clases de manera poco tradicional. García apuesta por la "gamificación", un estilo docente que utiliza el juego como herramienta educativa. Sin embargo, en el caso del madrileño no son juegos de mesa, sino videojuegos. Ordenadores, videoconsolas y redes sociales son sus "pizarras".

- ¿Por qué un videojuego puede ser una buena herramienta educativa?

- En la escuela constantemente buscamos la forma de motivar a los estudiantes. Hoy en día, a una gran mayoría le gustan los videojuegos. No se me ocurre qué puede ser mejor para aprender que utilizar algo que te apasiona. Los chavales están aprendiendo competencias fuera de la escuela más útiles que las aprenden dentro: manejar tecnología, redes sociales y a interactuar en mundos cada vez más digitales. La educación se está quedando atrás en ese sentido.

- ¿Sirve cualquier videojuego?

- No, el contenido del videojuego debe estar adaptado al contenido curricular del curso. Si eso es así, lo mismo da usar un libro de texto que un videojuego. El fin es el mismo, pero el proceso es divertido y el medio es más atractivo porque lo que aporta un videojuego respecto a cualquier otra herramienta es que permite vivir una experiencia, por lo que tienen un potencial enorme.

- ¿De dónde nace la necesidad de incorporar un videojuego a una clase?

- De asumir que la escuela actual es diferente a la del siglo pasado porque los aprendices han cambiado. Hay dos opciones, o pedirles a ellos que se adapten, o adaptarnos nosotros, los profesores. A mí me parece mucho más inteligente que seamos nosotros quienes demos el paso y entremos en su ciclo, en conocer Youtubers, Twitter, Facebook y también videojuegos. Tenemos que adaptar la escuela si queremos cumplir nuestro objetivo último: formar ciudadanos para una sociedad, pero no la de hoy, la que vendrá que será sí o sí excepcionalmente tecnológica.

- De esa falta de entendimiento del lenguaje del estudiante, ¿surge rechazo en los estudiantes?

- Sí, a mí me cuesta muchas veces pillar el ritmo y eso que manejo su lenguaje perfectamente. Pero todas las profesiones se adaptan. Sería inaceptable un médico que no pudiera operar a un paciente porque no quiso entender cómo funciona un quirófano moderno. No podemos dejar en manos de docentes que no se actualizan la educación de los jóvenes. Tenemos que renovarnos todos los años, especialmente en la universidad. Es casi un imposible, pero así tendría que ser.

- En un país donde se dijo del asesino de la catana que jugaba a "Final Fantasy VII", ¿le parece complicado que la educación española pueda incluir los videojuegos en un plan educativo?

- En Europa cuesta mucho y España no es la excepción. Estados Unidos y Canadá están a la vanguardia en ese sentido. Aquí hay una barrera generacional, pero cada vez es más difusa porque al sistema se incorporan personas que han crecido con videojuegos. En nuestro país, el ocio digital es cultura y, como un libro, un videojuego puede ser bueno o malo. Hace falta tiempo y dejar que las nuevas generaciones renueven. A largo plazo, lo lógico es que las residencias de ancianos tengan videoconsolas.

- ¿Qué videojuegos son más óptimos para tratar de incorporarlos a la educación?

- Yo utilizo mucho "Minecraft", un juego de procesos donde a base de bloques -como si fueran piezas de lego- se puede construir cualquier cosa. Hay compañeros que usan "Pokémon" para explicar probabilidad. Hay muchos géneros, algunos tienen una profundidad exquisita, como el "Age of Empires", válido para aprender estrategia militar medieval. Hay muchos ejemplos.

- ¿Cómo es una clase suya?

- Yo quiero tener a los chicos implicados en todo momento. Nada más que entro por la puerta, les obligo a tener el móvil encima de la mesa y a usarlo, no solo porque habitualmente suelen tener terminales más potentes que los de los colegios, sino porque es necesario que las clases sean en un lenguaje transmedia. Una técnica que uso mucho son las "clases invertidas", que consiste en que ellos estudien por su cuenta la teoría y dejar las horas lectivas para realizar casos prácticos.

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