Se avecina una "revolución" en el rural gallego. Así como ocurrió con nuestros vinos, ahora reconocidos internacionalmente, se espera que el estudio de los olivos de esta zona consiga una producción de aceites propios que traigan buenos tiempos para los agricultores y consumidores del "oro líquido".

Profesionales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, a través del Grupo de Viticultura de la Misión Biológica de Galicia (MBG), con la colaboración de la Asociación de Productores de Aceite de Galicia y la financiación de la Fundación Juana de Vega, van a recoger las variedades antiguas de olivos propios de Galicia para poder documentar sus características.

"Es un cultivo que se quedó un poco olvidado en Galicia a pesar de que tenía su historia y que en la antigüedad se producía aceite en las casas, sobre todo en las provincias de Pontevedra y Ourense. Como en el caso de la vid pero más todavía, porque se siguió elaborando vino pero aceite muy poco, a pesar de que hay variedades autóctonas. Ahora mismo hay un sector olivarero interesado en plantar estas variedades y comercializar el aceite", explica Carmen Martínez, directora del Grupo de Viticultura de la MBG.

El primer paso es hacer una prospección de todos los olivos que quedan y, una vez recogidas muestras de todos, hacer análisis de ADN, además de una descripción botánica y agronómica "para comprobar si se trata de variedades únicas, exclusivas, que no existen en ningún otro lugar del mundo". Por ahora conocen dos variedades, la Brava gallega y la Mansa gallega, y según los estudios que han realizado hasta ahora apuntan a otras cinco variedades más. Martínez lleva desde 2012 trabajando con el olivo, pero atesora treinta años de experiencia con la vid. "Creemos que puede haber muchas más variedades únicas, por eso queremos hacer una recogida meticulosa y rigurosa. La intención después es multiplicar la planta para poder cultivar y que sean reconocidas por Galicia, España y la Unión Europea estas variedades gallegas únicas", sostiene la investigadora.

Si en Galicia se certifica que tenemos variedades únicas de olivo, eso significará que el aceite que producimos es diferente a cualquier otro del mundo. "El mundo del aceite es un poco parecido al del vino, el consumidor busca aceites originales, que tengan calidad y estén ligados a distintos territorios", apunta Martínez.

Con este proyecto, "Caracterización y recuperación de variedades de olivo autóctonas de Galicia", pretenden salvaguardar la diversidad agraria gallega "que forma parte de nuestro patrimonio". Por otro lado está la importancia que tendrá para el mercado del aceite, en el que se acusa la escasez. Además, como explica la investigadora, pasaría a ser el aceite de la zona más occidental de Europa.

Este estudio permitirá descubrir si Vigo se conoce como la ciudad olívica, además de por la cantidad de olivos que albergaba en tiempos pasados, porque contaba con una variedad propia de este árbol.

Los análisis previos confirman la calidad de estos olivos gallegos, los que resistieron con el paso del tiempo, y de su aceite. Incluso se avanza que en algún caso también se podrá disponer de aceituna de mesa para consumir. "Es un reto apasionante y puede ser una fuente de riqueza para la zona rural. A su vez, el cultivo del olivo se complementa muy bien con la vid porque pueden convivir en los mismos terrenos", destaca Martínez.