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Los niños, en el objetivo del consumo cultural

El pequeño gran motor de la cultura

Compañías de teatro, música así como la literatura y el cine destacan que el público familiar es en los últimos años uno de sus grandes baluartes - Profesionales gallegos advierten que el interés por el ocio cultural compartido decae antes de los 10 años

El pequeño gran motor de la cultura

Los niños españoles leen, llenan auditorios para ver espectáculos de teatro y danza, acuden en masa a conciertos de música junto a sus también entusiasmados padres, participan en exposiciones de arte y ciencia adaptadas a ellos y hacen cola para ver algunas películas en el cine. Contra todo pronóstico y titulares fatalistas, la imagen de los pequeños pegados a la televisión, las tablets y los móviles no define, en absoluto, su forma habitual de ocio... Al menos hasta que cumplen su primera década. No hace falta más que fijarse en los cientos de niños que llenaron el pasado fin de semana el Auditorio Mar de Vigo para asistir al primero de los conciertos del ciclo Rock en Familia, a los que hoy mismo ya han casi agotado (2.000 entradas vendidas) las tres sesiones para ver el espectáculo musical "Os tres porquiños", de la compañía Educa Teatro, en el Teatro Salesianos, o la pasión con la que miles de niños de 8 y 9 años siguen a la escritora Ledicia Costas cuando presenta sus libros.

La industria cultural se ha percatado de que cada vez los padres tienen un mayor interés en que sus hijos se empapen desde pequeños en la cultura y en compartir con ellos esos momentos de ocio y, aunque están atentos a las propuestas gratuitas, no dudan en rascarse el bolsillo en muchas ocasiones. La respuesta del colectivo no se ha hecho esperar y ofrecen las más variadas alternativas para ellos, por lo que, en los últimos cinco o seis años, el público familiar se ha convertido en uno de los baluartes de este sector.

También en Galicia compañías escénicas, profesionales del cine y del mundo editorial confirman que el ocio cultural ha cobrado un auge inesperado pero, advierten, comienza a decaer cuando los niños cumplen los 8 ó 9 años. "Hay familias muy concienciadas que desean que sus hijos, desde bien pequeños, se habitúen a los distintos lenguajes artísticos; disfrutan casi todos los fines de semana junto a ellos de espectáculos, buscan que sean de calidad... pero ese ímpetu comienza a decaer antes de los 10 años; quizás sea porque para esas edades existe una menor oferta pero sobre todo es porque los padres dejan de tener esa pasión del principio", considera Gloria Mosquera, fundadora del grupo musical Mamá Cabra, pionero en la creación de espectáculos para la infancia y que llena teatros con sus ritmos pegadizos y sus canciones para saltar, bailar y también reflexionar. Mamá Cabra nació hace 16 años pero asegura que "desde hace 5 alucinamos con la cantidad de familias que acuden a los espectáculos", afirma.

Emi Candal, responsable de Urdime, cooperativa de propuestas culturales dirigidas al público familiar, se muestra de acuerdo con Mosquera en que vivimos un momento de auge del ocio cultural familiar. "El consumo se da cada vez a edades más tempranas; hace unos años eran muy raros los espectáculos para bebés y hoy son de los más demandados", destaca, aunque también incide en que a partir de los 8 años "comienza a bajar el nivel de participación".

Entonces, ¿estamos alimentando una generación más formada cultural e intelectualmente, frente al tópico del niño enganchado al móvil y a las consolas? "Esta explosión en el ocio cultural no lleva suficientes años para saber cómo van a evolucionar esos niños que ahora son grandes consumidores de cultura junto a sus padres, pero yo confío en que todo esto dejará un poso en ellos y cuando lleguen a adolescentes y a adultos buscarán de nuevo los teatros y la literatura, ya siguiendo sus propios criterios", destaca Candal.

Una de las características de este nuevo ocio cultural familiar es que se busca que atraiga a los niños pero también a los mayores. "Son propuestas de muy buena calidad y tanto en literatura, con los preciosos álbumes ilustrados, como en música, teatro o cine nos encontramos con productos que permiten un ocio compartido, no como antiguamente que los niños se divertían pero para los padres era algo muy aburrido", define la gestora.

Alexandre Vázquez, de Educa Teatro Producións, también confía en que "estamos contribuyendo a construir una generación más formada culturalmente y los niños y niñas de hoy en día están muchísimo más acostumbrados a ir al teatro, por lo que también supongo que estamos formando futuros espectadores, lo cual es muy importante".

El actor y director asegura que en las edades para las que ellos trabajan, hasta los 7-8 años, no hay tanto uso de móviles y nuevas tecnologías, pero "a partir de esa edad resulta muchísimo más difícil atraer a los niños al teatro, porque empiezan a tener vida más allá de sus padres y ven el teatro como algo para niños más pequeños", considera.

Por otra parte, Vázquez advierte que "estamos viviendo en una burbuja de los espectáculos teatrales infantiles que, al igual que la inmobiliaria, puede morir de éxito. La saturación de la oferta puede ser muy perjudicial", apunta. "Desde el 15 de septiembre hasta bien pasadas las navidades hubo un espectáculo infantil en la ciudad de Vigo cada fin de semana. No hay ningún tipo de contacto entre los teatros y auditorios de la ciudad, y eso crea saturación", afirma.

Pone un ejemplo vivido por la propia compañía: "Hace dos años, cuando vinimos con Carapuchiña a Vigo, estábamos programados en el Teatro Salesianos. A escasos 200 metros, en el auditorio del Concello, había un espectáculo para bebés. En el Mar de Vigo había un musical de Pocoyó y en la sala Ártika también había una obra infantil. ¿Qué hace la gente? Se reparte o, directamente, pasa de ir, porque sabe que si no va un fin de semana al teatro podrá ir al siguiente", describe.

Falta de calidad... en algunos

Por último, Vázquez critica "la calidad de muchos de estos espectáculos: gente que se subió al carro del teatro para niños aprovechando el filón cuando antes sólo hacían de adulto, espectáculos de muy baja calidad que aprovechan el tirón de algún personaje de la televisión para sacar el máximo rendimiento sin ningún tipo de calidad ni cariño por el trabajo... la gente se está haciendo también más crítica y más desconfiada. Si unos unos padres primerizos salen escaldados de un espectáculo malo y caro, les costará mucho más volver a entrar en un teatro".

El peso de la infancia en la industria cultural gallega se refleja también en eventos como Culturgal, Feria das Industrias Culturais, que ya lleva nueve ediciones con un gran éxito de público. "En la pasada edición el 28% de las entradas vendidas correspondieron a menores de 13 años, completando el aforo en todos los espectáculos musicales infantiles. En Culturgal una buena parte del público es familiar, consumidor de productos de música y lectura infantil en gallego", recuerda Manuel Bragado, presidente de la Asociación Culturgal.

La escritora Ledicia Costas, Premio Nacional de Literatura Infantil y una de las autoras más queridas por los niños, defiende también una realidad muy alejada de la del niño abducido por la videoconsola. "Cuando yo era una niña ya había una preocupación alrededor de las horas que pasábamos delante de una pantalla, la televisión y las videoconsolas, pero creo que el error está en entender lo digital como una amenaza en lugar de como un complemento. Visito un centenar de centros de enseñanza cada curso y raro es el día en que no llego a casa con una recomendación lectora que desconocía, que parte directamente del alumnado, tanto de primaria como de secundaria. Los chavales leen mucho más que las personas adultas, y no solo leen lo que les mandan en el colegio, sino también de una forma autónoma, por placer, por diversión, por evasión; exactamente igual que hacíamos nosotros hace veinte años pero con una oferta mayor, puesto que lo tienen todo a su alcance", asegura.

La escritora lanza a los padres una reflexión: "Un niño que vea a sus padres colgados todos el día del teléfono, que vive en las redes sociales más que en el mundo real, entenderá que ese comportamiento es el natural. El problema no está en los niños, sino en nosotros, en las personas adultas", concluye.

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