Seis de cada diez niños españoles no duerme las 10 horas recomendadas y, de ellos, tres tienen síntomas de somnolencia diurna. Así lo advertía el director del Instituto de Investigaciones del Sueño, Diego García Borreguero. Los niños de hasta 14 años duermen una media de 9,8 horas diarias, según datos de la última Encuesta nacional de salud, publicada por el Ministerio de Sanidad. La cifra no llega al mínimo que recomienda el propio Ministerio, que es de 10 horas al día. Por eso, según García Borreguero, desde 1985 se ha atrasado 30 minutos la hora de ir a dormir de los niños.

Esta falta de tiempo de descanso puede tener consecuencias psicológicas y neurológicas entre los más pequeños que afectan sobre todo al rendimiento escolar, alertan el neurocientífico y profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC Diego Redolar, y la profesora de Psicología y Educación Amàlia Gordóvil, con motivo del Día Mundial del Sueño, que se celebró ayer.

"Dormir es clave para funciones fisiológicas y psicológicas como el crecimiento, el aprendizaje y la consolidación de la memoria. Su importancia en estas funciones está demostrada ya desde bebés", apunta Redolar. Lo más común entre los niños es que no duerman las horas recomendadas y sufran efectos psicológicos como por ejemplo la falta de concentración: "El cansancio no permite que las funciones cerebrales funcionen de forma óptima, esto puede producir una hipofuncionalidad cerebral, que es muy similar a la que aparece en un estado de somnolencia", explica Gordóvil.

Si este cansancio se mantiene en el tiempo -apunta la psicóloga- el niño puede entrar en un "círculo vicioso": que no se concentre, que no participe en clase, que no esté atento, que saque malas notas... "Todo ello puede llevarlo a la desmotivación", indica. Otra consecuencia de no dormir suficiente es tener dificultades de memoria generadas por el estrés. "La falta de sueño genera estados de estrés, que vienen dados por no poder hacer frente de una manera óptima a las demandas que nos llegan, sea desde la escuela o el trabajo", explica la psicóloga. Además de los efectos psicológicos, sufrir sueño favorece el exceso de peso y sintomatologías neurológicas como el dolor de cabeza. La clave para evitarlo, coinciden los expertos, la tienen los padres, que han de ser los que "pongan límites" y hagan cumplir unos hábitos saludables a los hijos.

Lo más aconsejable es que justo antes de ir a dormir el niño haga una actividad para "sincronizar el funcionamiento del sistema nervioso" y así facilitar el sueño. Una de las actividades que recomienda el experto es la lectura. "Hay que hacerla, pero fuera de la cama y, después, ir a dormir". Otros hábitos que facilitan el sueño según el Ministerio de Sanidad son: seguir la misma rutina tanto durante el día como la noche; controlar que los programas de televisión, los videojuegos y el uso del móvil sean adecuados para la edad que tiene el niño; disponer de un ambiente adecuado para dormir -sin ruido ni luces y con temperatura agradable-; evitar largas siestas en horas próximas a la hora de dormir o evitar comidas y bebidas estimulantes como refrescos con gas o chocolate. "Un buen alimento es un vaso de leche caliente porque lleva una sustancia que se llama triptófano, que se ha demostrado que puede modular la calidad y la duración del sueño", concluye Redolar.

Pero los problemas de sueño también afectan -y mucho- a los adultos. La Sociedad Española de Neurología (SEN) ha aprovechado para recordar que menos de un tercio de las personas con problemas de sueño buscan ayuda profesional. "Estimamos que entre un 20 y 48% de la población adulta sufre, en algún momento, dificultad para iniciar o mantener el sueño y que en al menos un 10% de estos casos se debe a algún trastorno de sueño crónico y grave", señala el coordinador del Grupo de estudio de trastornos de la vigilia y sueño de la Sociedad Española de Neurología (SEN), Carles Gaig Ventura, .

Aunque existen unas cien patologías del sueño, la más frecuente es el insomnio, con una prevalencia de entre el 20 y el 30%. Le siguen el síndrome de las piernas inquietas, que afecta aproximadamente a un 5% de la población, y el síndrome de apneas-hipopneas del sueño (5%).

También la narcolepsia, que padecen unas 25.000 personas en España y que produce al enfermo episodios de sueño irresistible durante el día, o las parasomnias, que implican movimientos anormales y antinaturales en el sueño. "Sin embargo, el diagnóstico de estas enfermedades es aún bastante escaso. Por ejemplo, calculamos que el 90% de los pacientes con apnea del sueño, el 90% de las personas con el síndrome de las piernas inquietas y entre el 60% y el 80% de los pacientes con narcolepsia no están diagnosticados. Los desórdenes del sueño se pueden prevenir y tratar, pero para ello es necesario tener diagnósticos precisos", destacó el doctor Gaig.

Además, alertó de que "los fármacos hipnóticos tomados de forma habitual y sin control médico pueden tener muchos efectos secundarios, algunos realmente graves, como es el caso de las benzodiacepinas.