"Juan Carlos, como su abuelo y bisabuelo Alfonso XII y XIII tuvieron sus nidos de amor fuera de la pareja oficial", dijo Vallvey, que recordó que Alfonso XII amó a Elena Sanz de la que tuvo dos hijos que no reconoció (aunque pensionó) y que Alfonso XIII tuvo su gran pasión en Carmen Ruiz Moragas, de la que también tuvo otros dos hijos. Para contrarrestar, no faltan historias como la de Edelmira Sampedro, por quien Alfonso de Borbón y Battenberg, hijo de don Alfonso XIII, que entonces era Príncipe de Asturias, tuvo que renunciar a sus derechos sucesorios por escrito en Lausana el 11 de junio de 1933 para así poder casarse.

Las mujeres trabajadas por Vallvey tienen tal empuje y carácter que no resulta difícil entender el profundo ingenio que caracterizó a muchas de ellas, como fue el caso de Cabarrús, aquella madrileña castiza que a punto estuvo de morir guillotinada por Robespierre y que demostró bastante más arrojo y carácter que su entonces marido, Tallien, el temido legislador del Terror de la reacción Termidoreana durante la Revolución Francesa.

También Cleopatra

Cleopatra fue otra de ellas. "La imagen que popularizó el cine -dijo- tenía la belleza de Liz Taylor pero quizás fue feúcha, aunque con un encanto arrollador, una inteligencia muy despierta y una intuición política extraordinaria".

"Ella ya era importante como reina egipcia en contraste con las otras amantes, pero el aumento efectivo de su poder le vino por sus relaciones con Julio César, un hombre que no debía ser nada fácil de embaucar y mucho mayor que ella. Ya hablo de la tórrida historia que protagonizó con Marco Antonio, un drama épico, una historia trágica ".