Dotado de condiciones para el dibujo, el presbítero y astrónoma Ramón María Aller (Lalín, 1878), realizó detalladas representaciones de aparatos para la observación astronómica; incluso algunos mejorados o diseñados por él mismo. Pero además, su labor se completó con detallistas dibujos con lápices de colores. Tras las observaciones astronómicas de Marte y Júpiter desde el telescopio, el astrónomo dejó pintado lo que vieron sus ojos.

El almanaque agrícola ZZ, de la empresa Zeltia, también fue un ejemplo gráfico ya que se dotó de grandes dibujantes, algunos tanto renombre como Manuel Torres o de singular maestría, como el porriñés Alonso Viliato.

Entre los "pintores" científicos destacables en Galicia estaría también Hernández Robledo, que trabajó sobre la tinta del castaño, según explica Díaz Fierros. "A la hora de divulgar ciencia, tiene un alto valor porque el discurso científico es cada vez más críptico y complejo y el poder de transformar eso en imágenes, facilita mucho la comunicación. Otra cuestión es que el dibujo no tiene barreras idiomáticas". Entre los casos más desconocidos, destacaría el escritor Rafael Dieste, que realizó dibujos científicos importantes de joven para sus profesor de la escuela de Veterinaria.

Aunque la patria del intelectual Francisco Sánchez, el Escéptico (1550-1623) fue muy discutido entre Tui y Braga, los últimos estudios apuntan a su origen tudense. Aunque este médico se fue a Burdeos con sus padres muy pequeño, ocupa el parnaso de los grandes intelectuales españoles. El libro documenta un dibujo rescatado de una biblioteca de París que constituye "una novedad". Y es que en la época no se hacían disecciones y ese gráfico tiene doble valor de la ilustración y de acompañar a un método experimental anatómicos. Muestra la circulación de los vasos sanguíneos de la zona abdominal.