La presidenta de la República Centroafricana, Catherine Samba-Panza, pidió "perdón" en nombre de la clase dirigente y de los responsables de lo que llamó "descenso a los infiernos", en alusión a la violencia de su país, y animó a sus compatriotas a hacer lo mismo tras recibir al papa.

Samba-Panza elogió la "lección de coraje y determinación" que el pontífice ha demostrado al viajar a Bangui, capital de República Centroafricana."Todos los hijos e hijas de este país deben reconocer sus faltas y pedir perdón, un perdón sincero que su bendición transformará en un nuevo pavimento para la reconstrucción del país", subrayó la mandataria.

El pontífice inició ayer en Bangui la tercera etapa de su gira africana, la más arriesgada por la situación de inseguridad en el país, agitado por una crisis política y humanitaria que ha causado miles de muertos y decenas de miles de refugiados y desplazados en los últimos dos años.

"Confieso todo el mal que se ha hecho aquí en el curso de la historia y pido perdón desde el fondo de mi corazón", expresó la presidenta dirigiéndose al pontífice.

Todos los centroafricanos, continuó, "tienen una necesidad absoluta de este perdón con motivo de su visita, más si cabe tras las últimas abominaciones cometidas en nombre de la religión por personas que se dicen creyentes".

La espiral de violencia sectaria comenzó en República Centroafricana con el derrocamiento de François Bozizé en marzo de 2013 a manos de rebeldes Séléka, de mayoría musulmana, contra quienes se alzaron en armas meses más tarde milicias denominadas anti-balaka, de mayoría cristiana.

"¿Cómo se puede ser creyente y destruir los lugares de culto, matar al prójimo, violar, destruir las propiedades y cometer violencia en todas sus formas?", se preguntó.