Vivir permanentemente encendidas: ¿una quimera o futura realidad? La caducidad de la pasión inicial, la asimetría de apetitos, la tediosa rutina tras años compartiendo alegrías, penas y cama con la misma persona, pueden tener los días contados.

La industria farmacéutica estadounidense está muy cerca de cumplir uno de sus mayores -y más rentables- sueños: crear una pastilla que consiga que la líbido de las mujeres esté siempre en forma y acabe con el deseo sexual hipoactivo, un problema que sufren más del 50% de las féminas en algún momento de sus vidas.

Un comité de asesores de la Administración para los Alimentos y Medicamentos (FDA, en sus siglas en inglés) votó a principios de este mes a favor de que se apruebe la comercialización de la flibanserina, conocida como la "píldora rosa", un interruptor que encienda la líbido cuando más nos convenga y consiga que las mujeres no se lleven el estrés a la cama, una de las causas más frecuentes para esa falta de ganas.

Sin embargo, la aprobación de este fármaco -rechazada ya en dos ocasiones y que se espera que se produzca para finales del verano- no está exenta de polémica. Una parte del ámbito médico se muestra en contra ya que, advierten, su efectividad es muy limitada y los efectos secundarios, por su parte, dignos de destacar. Eso sí, otra parte del sector recibe la noticia con los brazos abiertos ya que cree que es un paso importante teniendo en cuenta que, hasta el momento, hay más de 26 medicamentos para mejorar la vida sexual de los hombres (desde que en 1998 la "píldora azul" llegó a las farmacias) y ninguno femenino, lo que supone también una discriminación de género.

A pesar del buen márketing que le reporta, los expertos recuerdan que es un error hablar de "viagra femenina". "El Viagra actúa sobre la fase de excitación, no aumenta el deseo de los hombres sino que les permite la erección, mientras que esta nueva droga está más relacionada con el deseo y actúa sobre un área del cerebro, elevando los niveles de dopamina, que es la disparadora del deseo", describe el doctor José Luis Doval, ginecólogo del Complejo Hospitalario de Ourense (CHOU).

"La falta de deseo es muy compleja y puede deberse a muchos factores, desde un déficit de hormona, una mala relación de pareja o un fármaco que actúa como freno... Lo primero de todo es encontrar el origen de esa falta de deseo", continúa Doval. En la menopausia, explica el ginecólogo, hay una pérdida de la función hormonal que, en muchos casos, provoca una pérdida del deseo, aunque no es obligatorio. "Hay preparados hormonales que ayudan a mejorar el bienestar físico de la mujer y, como consecuencia, su deseo. A veces no está claro hasta dónde se trata de un efecto terapéutico o de un efecto placebo ni la respuesta es reproducible en todas las mujeres", advierte.

Sin embargo, activar el deseo femenino cuando no se debe a causas orgánicas, que ocurre muchas veces, es aún más complicado. "El deseo de la mujer es más complejo y vulnerable que el del hombre", insiste el experto.

En la mujer, el deseo espontáneo no siempre es el desencadenante de la actividad sexual. Hay un componente emotivo que hace que necesite otros disparadores para llegar a él como caricias, atención, etc.

Este nuevo medicamento -que se pensó para tratar la depresión y no funcionó- reduce la serotonina y aumenta la dopamina lo que, desde el punto de vista de los neurotransmisores involucrados en el complejo mundo del deseo, predispone a una mayor receptividad y provoca un estado más sensible a lo que ocurre alrededor.

Doval formó parte hace unos años de un estudio internacional que buscaba una solución para la falta de deseo. "Al final no salió adelante porque el porcentaje de éxitos no era suficientemente elevado y, en el caso de la flibanserina, me temo que ocurre lo mismo; los resultados son bastante mediocres y, si no se consigue una tasa de mejora en el 60-80% de los casos, no tiene sentido comercializarlo", apunta.

Por su parte, el doctor David Gómez, ginecólogo del COF de Ourense, sexólogo y presidente de la Sociedad Gallega de Contracepción (SOGAC), sí es partidario de la comercialización del fármaco. "Las mujeres que se sometieron al tratamiento experimental mejoraron el número de encuentros sexuales satisfactorios, el nivel del deseo y el estrés relacionado con el bajo deseo una media de dos eventos al mes, lo que no es espectacular pero sí puede ser muy útil para algunas mujeres, siempre unido a la terapia sexual", opina el médico.

En cambio, rechaza los argumentos en contra basados en las consecuencias secundarias de la pastilla. "Los efectos adversos afectan al 9-12% de las mujeres, siendo los más frecuentes náuseas, mareos, somnolencia y fatiga, por lo tanto, no son graves, por lo que el medicamento puede considerarse seguro, mucho más si lo comparamos con los efectos secundarios de la Viagra, por ejemplo, u otros muchos medicamentos", justifica. Lo compara con el tratamiento de la depresión. "Tampoco parte normalmente de un problema fisiológico, sino emocional (traumas, muerte de una persona querida...). Sin embargo, una vez inmerso en la depresión es necesario recurrir a fármacos para salir de ella y para tener la fuerza necesaria para hacer terapia y combatirla", reflexiona.

Ambos profesionales critican que el sistema sanitario no aborda las disfunciones sexuales femeninas lo suficiente y ni siquiera están integradas en el interrogatorio normal de consultas en ginecología. "El primer problema es que no hay una buena educación sexual en el gremio, sólo algunos tienen también formación en sexología y pueden tener reparos en entrar en este terreno", indica Gómez. "Igual que se pregunta por las enfermedades o las alergias, se debería preguntar desde atención primaria por la vida sexual para incluirla en el historial global de salud de todas las personas, porque es también muy importante y puede dar pistas sobre otras dolencias que no tienen que ver con la vida sexual", añade Doval, que lamenta que en muchas ocasiones no se haga por falta de tiempo en las consultas.

Aunque no se les pregunte directamente, los ginecólogos aseguran que poco a poco perciben que ellas mismas se atreven a dar el paso de plantear sus inquietudes en este terreno. "Ocurre algo parecido a la incontinencia urinaria: que hace 15 años era muy raro que la mujer se atreviese a comentar sus problemas y ahora se ha normalizado", explica Doval.

Píldora anticonceptiva y deseo

El doctor Gómez es además autor de una de las revisiones más recientes sobre la disminución del deseo sexual a causa de la píldora anticonceptiva, una de las razones más extendidas entre las mujeres y que, advierte, no está demostrada científicamente. "No hay ningún artículo que demuestre que los anticonceptivos disminuyan el deseo; aunque hay un porcentaje de mujeres que afirman que les ocurre y otro que, al contrario, apuntan un aumento. Para la mayoría no tiene ningún efecto", destaca.

El sexólogo aconseja "quitar estrés al asunto". "Hay mujeres que lo pasan muy mal con este tema porque creen que tienen algo malo y tienen miedo a no rendir bien en la cama, lo que genera un estrés importante y una frustración que no beneficia en absoluto al deseo. Lo importante es que la pareja llegue a acuerdos, se mejore la relación de pareja y se trate de disfrutar sin pensar demasiado en nada más; es muy habitual que el deseo femenino no surja de manera espontánea, sino que vaya creciendo poco a poco, poniendo ganas porque sabes que es algo bonito y que va a mejorar la relación con tu pareja", concluye.