El estreno no fue lo que se esperaba. Grace de Mónaco llegó a Cannes de la mano de su protagonista, Nicole Kidman. Pero, pese a la grandeza del personaje, Grace Kelly, y de la intérprete, la actriz australiana más internacional, le dedicó perlas como "relato edulcorado" o "fraude histórico". Pero no importa. El biopic de la bella princesa consigue destacar ese gusto de Kelly por desafiar todos los límites de lo establecido y, cómo no, por el buen vestir.

La actriz, nacida en Filadelfia en el seno de una familia adinerada y conservadora, consiguió su gran oportunidad, tras varios trabajos en los escenarios y como modelo, de la mano del director Fred Zinnemann. Fue a darle la réplica a Gary Cooper, con sus imprescindibles guantes blancos, y el director se prendó de ella. La convirtió en protagonista de Solo ante el peligro, su salto a la fama y la conquista de Hollywood.

Además de disfrutar de una larga lista de amantes, entre los que se encuentran galanes como Gary Cooper, Clark Gable y Bing Crosby, Grace Kelly se convirtió en un icono de la moda de los 50 y 60. Muchos de sus estilismos siguen sirviendo de inspiración para los diseños y tendencias del siglo XXI. Fue la inspiración para Dior del new look. La perfecta imagen de la unión entre el prêt à porter y la alta costura.

Nadie podrá olvidar sus trabajados y elegantes vestidos de noche (y caros), tanto dentro como fuera de la pantalla. El de raso verde aguamarina que lució en 1955, diseñado por la modista más famosa del cine Edith Head, para recoger el Oscar a la mejor actriz por su papel en La angustia de vivir, un modelo que se convirtió en un icono al lucirlo en la mítica foto de Philippe Halsman para la portada de la revista "Life".

Nadie podrá olvidar sus bañadores, cargados de rayas black and white (un estampado que también usaba en blusas y otras prendas), un estampado que sigue siendo el rey de la pasarela; el eterno bikini blanco, conformado por una parte de arriba tipo bandeau y una parte inferior tipo pantaleta (que tapa los huesos de las caderas), que lució como nadie gracias a su cintura de avispa y que sigue mandando en los looks playeros desde 2011; el vestido amarillo, el pañuelo y las gafas sixty de pasta blanca que conformaban la vestimenta elegida para la escena de playa de Atrapa a un ladrón.

Una toma que provocó sofocos, no solo por las imágenes de las piernas de la bella actriz, sino por el calor que seguro soportó Kelly durante el rodaje sin poder ponerse un traje de baño. En los vestidos de encaje destacó el provocativo diseño en rojo, creado por Edward Carrere, para su personaje de Margot en Crimen perfecto, de Alfred Hitchcock.

Pasarán a la historia sus turbantes, sus faldas midi, los pantalones capri remangados y combinados con camisas masculinas, sus pitillos, sus faldas vaporosas y plisadas combinadas con camisetas sencillas de escote corazón, los grandes lazos que adornaban sus cuellos y sustituían a los típicos botones en sus abrigos.

Pero, por encima de todo, hay dos cosas que nadie podrá olvidar: su vestido de novia, diseñado por Helen Rose, imitado hasta la saciedad por novias famosas y no famosas, y su inseparable bolso de Hermès, conocido en todo el mundo como el Kelly Bag.

Tan amplia y variada como el equipaje que la acompañó durante su luna de miel con Rainiero, que elaboró junto a la asesora Eleanor Lambert, fue su lista de amantes, antes y después de su matrimonio monegasco. Pese a la vida de cuento que se le asocia, su vida no fue tan dichosa.

Pero lo que ni su retirada del cine, ni su aburrida vida en Europa, ni los escándalos de sus hijos pudieron quitarle fue su pasión por la moda, su sofisticado gusto por la estética y un porte que ni la Barbie que se hizo a su imagen y semejanza consiguió imitar.