"Preferiría que mi padre no se hubiese muerto a volver a caminar con mis pies", apuesta decidida la campeona de natación paralímpica Teresa Perales, a quien una enfermedad neurológica postró a los 19 años en una silla de ruedas desde la que ha llegado sin complejos y con una fortaleza admirable a la alta competición. Ahora tiene 38 años y la alegría de haberse convertido en una de las mejores deportistas de España. Su palmarés en la piscina sólo es comparable al de Michael Phelps- ambos tienen 22 medallas- pero de lo que más orgullosa se siente es de su marido y de su hijo de cuatro años. Teresa vive acompañada de una silla de ruedas, no en una silla de ruedas y lo mismo combate las adversidades a base de brazadas que imparte cursos de motivación o escribe libros. En el último, La fuerza de un sueño, (Editorial Conecta), la abanderada del comité paralímpico español en Londres desmonta los prejuicios sobre la discapacidad y da toda una lección de entereza al reconocer que quedarse paralítica no fue lo peor que le ha pasado en la vida. "Preferiría que mi padre no se hubiese muerto a poder volver a caminar con los pies", se sincera.