-Según el segundo volumen de Una historia moral de la propiedad, ¿quiénes son los enemigos del comercio?

-Los que piensan que la propiedad es un robo y que el comercio es el instrumento. Comenzó con unos señores de una secta judía en el año 100 a. C., antes de caer bajo el poder de Roma. En la clase social de los esenios, un señor llamado Jesucristo expulsó a látigo a los mercaderes en su primer acto público. Ahí empiezan los enemigos del comercio, donde además tuvo lugar el Sermón de la montaña, que dice aquello de "benditos sean los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino, los últimos serán los primeros". Esta es la teoría que luego va a cristalizar en forma de comunismo científico en 1848 con el manifiesto de Engels y Marx, que dice lo mismo: la propiedad es un robo y el comercio es su instrumento.

-¿Por qué el comunismo ha gozado de tanto prestigio moral frente al liberalismo?

-Mi mayor sorpresa cuando me puse a estudiar sobre esto hace 15 años es que no hay una sola historia sobre el comunismo. Aunque hay unos seis o siete libros sobre Historia del socialismo, mezclan socialismo y comunismo, como si fueran lo mismo Lenin y Felipe González, o Stalin y Merkel. Claramente, son fenómenos distintos porque no existe una sola historia del comunismo. ¿Y por qué demonios no la hay? Porque están muy mal avenidos el comunismo cristiano con el comunismo marxista. Lo comprendo pero, entonces, ¿por qué tienen exactamente el mismo programa? Resulta que los que lo han mantenido durante los 2.000 primeros años y, luego, desde 1848 hasta ahora, no quieren saber nada el uno del otro. Por eso, no hay historia del comunismo.

-Dice en su libro que el socialismo es hijo del liberalismo.

-Hay que distinguir un socialismo mesiánico, el que viene a salvar a los pueblos, de un socialismo que es solo es la aplicación del liberalismo a repúblicas democráticas. Allí donde el liberalismo se hace totalmente democrático, lo llamamos socialismo. En ese aspecto, el único país que se desmarca es EE.UU., que tienen su propio sistema y, por eso, es imperio. Nos quejamos de los norteamericanos pero nunca hubo un imperio como ese.

-En su etapa más roja, abandonó su empleo en el Banco de España para vivir la vida en Ibiza.

-Sí, yo trabajaba en el ICO, donde tenía un gran estatus y, con otros dos empleos más, ganaba más de los 10.000 euros actuales. Pero un día le dije a mi mujer, ¿por qué no nos vamos a vivir aventuras? Pedí la excedencia en el ICO, perdí los otros dos empleos y nos fuimos quince años a vivir a lo hippie a Ibiza.

-¿Cuándo entran las drogas en escena, cuyas experiencias compila luego en Historia general de las drogas?

-Con las drogas empecé muy joven, desde los 14 años, cuando tuve un ataque epiléptico, perdí la conciencia y, en el neurólogo, una de las pruebas fue pincharme pentotal sódico. Aquello fue abrirme una ventana al mundo y, desde entonces, digamos que me quedé interesado y he probado cualquier tipo de cosa que fuera psicoactiva.

-¿Las drogas son una vía de escape o de autoconocimiento?

-Depende. Por ejemplo, yo puedo tomarlas para trabajar y tú para engañarte a ti mismo, pero estamos tomando el mismo producto. Las drogas pueden ser un camino para controlarse más, pero también la justificación para descontrolarse. Evidentemente, hay que saber. Por ejemplo, los estimulantes son más propensos al descontrol y mucha gente los toma para hacer el imbécil un rato. Pero Freud utilizó cocaína para crear el psicoanálisis y Goya utilizó opio para pintar. Cuando uno no sabe bien qué hacer y quiere buscarse a sí mismo, el ácido y sus parecidos como la ayahuasca o la mezcalina, son drogas muy útiles para dejar de mentirse. Eso sí, siempre convenientemente preparado.

-En España, ¿es más tabú hablar sobre el lado oscuro del comunismo o sobre las drogas?

-Pues son igual de tabú porque son las dos grandes expresiones del miedo. Las drogas son el miedo a uno mismo, disfrazado de protección al prójimo, mientras que el comunismo es el miedo al vecino, a que me quite lo mío. Entonces, son las dos grandes expresiones del pánico, hacia afuera y hacia adentro.

-¿Las personas preferimos seguridad antes que libertad?

-Claro, eso es lo que pasa, sobre todo en estos tiempos. Con esta oleada de opulencia, se habla mucho de la crisis en España y las desigualdades pero jamás ha habido una profusión de consumo como la que hay en los últimos 50 años, ¡ni remotamente! Una crisis fue lo de Rusia, que de repente mueren 40 millones de hambre, que es el 30% de la población.

-Ha habido una fuerte precarización económica en España.

-¡Claro que la ha habido! Pero lo que hay es, sobre todo, amnesia. No estamos enterados de lo que ha pasado antes y en las escuelas no nos enseñan la historia real de lo que ha pasado, que ha sido deformada o es ignorada. Por eso, en mis dos primeros tomos trato de contar qué pasó, con detalle y con las fuentes, para que sea indiscutible. Lo que está pasando en España son las consecuencias de la idiotez, que surge al delegar en otros la administración de lo público. Como dijeron "ya se encargarán los otros", esto es lo que ha pasado, pero la democracia directa está al alcance de la mano.

-¿Por dónde empezaría usted?

-Por la clase política, sin duda. Empezaría por que ningún cargo político pudiera ganar en las oficinas públicas lo que no haya conseguido en su empleo anterior. Con esa sola ley, bastaría. Veamos, ¿hasta dónde llegaba su sueldo antes de trabajar para el Estado? Pues lo mismo.