Habitualmente llena de bullicio, la plaza de toros de Pontevedra se silenció ayer en el arranque de la feria 2013 para recordar a las víctimas del accidente ferroviario de Santiago. Tras el paseíllo, los diestros Enrique Ponce, Morante de la Puebla y el que sería después el triunfador de la tarde, Sebastián Castella, así como los miles de aficionados que llenaron tres cuartos del coso, participaron en el gesto de homenaje a los fallecidos, heridos y sus familias.

Fue un tiempo de reflexión en un inicio de feria por lo demás tibio, con menos taquilla que otros años, y con pocos famosos en los tendidos, salvo excepciones como el naviero Fernando Fernández Tapias. "Fefé" es amigo personal de los empresarios de la plaza, los hermanos Lozano y presenció la lidia desde el callejón.

Por su parte, el actor Manu Baquerio, conocido por su papel del tabernero Marcelino en la serie de Amar en tiempos revueltos, o el abogado de José Bretón, José María Sánchez de Puerta, fueron algunas de las caras nuevas.

También presenciaron la lidia incondicionales de la feria como la delegada del Consorcio Zona Franca, Teresa Pedrosa, que ocupó una barrera con su peña Verónicas; el ex presidente del Pontevedra C.F Nino Mirón; el nuevo entrenador del club capitalino, Nando; o el amigo de Mariano Rajoy Tomás Iribarren, en uno de los balconcillos.

Empresarios como Francisco Moldes, ex presidente de la Cámara de Comercio de Pontevedra, su sucesor Eduardo Barros o Gerardo Lorenzo (que ocupó una barrera con su hijo y su sobrino, hijo del actor Francis Lorenzo) tampoco quisieron perderse esta primera de feria en la que de nuevo los grandes protagonistas fueron los peñistas.

Sólo la Coordinadora Taurina movilizó a más de 1.300 aficionados de 40 peñas y a sus acompañantes, que se sumaron a decenas de grupos informales. Con todo, la fiesta no incluyó en la mayoría de los casos los almuerzos y cenas que si eran habituales en anteriores ediciones.

Solo algunas peñas muy consolidadas, caso de Gin-Kas, desplazaron a la plaza neveras o grandes garrafas (en este caso de 50 libros de combinado para repartir entre los aficionados).

El bajón también se hizo sentir en la primera de las "noches de peñas" y, aunque de nuevo multitudinaria, no alcanzó la elevadísima participación de otros años. Con todo, de nuevo convirtió el centro histórico en un gran botellón en el que miles de jóvenes vestidos con camisetas, pañuelos y pantalón corto disfrutaron del calimocho hasta la madrugada.