El pesimismo entre los ganaderos de las sierras de A Groba y O Galiñeiro va en aumento y el curro de Mougás no hizo más que alentarlo ayer. Cortaron las crines y marcaron a fuego a apenas 150 caballos salvajes y les supo a poco. Al finalizar la faena, recordaban las 600 reses que se reunían en el recinto en las ediciones más esplendorosas del tercer curro de la temporada, siempre el segundo domingo de junio.

A la reducción de la cabaña en los montes de las comarcas del Baixo Miño y el Val Miñor se sumaron la niebla y la lluvia. El mal tiempo ayudó a decenas de animales a despistar a sus propietarios, que tendrán que ir en su busca para raparles las crines y marcarlos a fuego de forma individual cuando la meteorología lo permita.

Pero la principal causa de la caída del número de caballos sigue siendo, a juicio de sus dueños, el decreto equino, la normativa aprobada por la Xunta que obliga a colocar microchips a todas las cabezas. Constatan que la cabaña se ha reducido a la mitad en los últimos años, desde que son conscientes de la imposición del transpondedor y de los gastos que les supone. Algunos prefieren deshacerse de sus equinos y los venden.

Y hace más de un año que lo vienen advirtiendo. Llegaron a suspender las rapas de la pasada temporada en protesta contra la nueva normativa del Ejecutivo autonómico. Incluso han presentado un recurso judicial contra la misma en el que reclaman la exención de los equinos en libertad en virtud de una directiva europea que la reconoce.

Pero el Gobierno gallego les avisó en los últimos días de que tendrán que colocar los dispositivos electrónicos sin perder tiempo. No esperará al pronunciamiento de los jueces porque considera que la ley está en vigor y "hay que cumplirla".

Con estas perspectivas, el curro de ayer se desarrolló a medio gas. La salida de los ganaderos para reunir a las reses se retrasó hasta las once de la mañana. Los bancos de niebla reducían la visibilidad al mínimo. Después de tres horas de rastreo, se rindieron ante la imposibilidad de encontrar más animales.

El público llegó ya por la tarde, para contemplar el espectáculo de la rapa de crines y el marcado a fuego. En torno a 700 personas se reunieron alrededor del muro de piedra y se marcharon antes de lo previsto. La tarea duró poco.