"En el circo la vida se mueve entre la alegría y la muerte, con la inminencia del drama, con la presencia de la muerte en el mismo escenario que la risa y, además, no hay término medio en el espectáculo circense: o es patético o sublime, pero nunca mediocre". Eso piensa del circo Raúl Eguizábal, que ayer fue presentado en el Club FARO por el periodista Javier Viana y eligió para título de su charla uno que hablaba de su admiración por este arte espectacular: "La asombrosa historia del circo".

"El siglo por excelencia del circo es el XIX -dijo- pero las muestras más antiguas se hallan en el Lejano Oriente. Es incorrecto recordar al circo romano porque no había pantomima, no había en él nada de gracioso. El circo chino llegó a España en el XIX con sus acrobacias, que se suponen son un invento del legendario Emperador Amarillo hace unos 5000 años. Con ellos llegan a Europa las acrobacias pero también el lanzamiento de cuchillos, los platos voladores..."

Eguizábal, que publicó "El gran salto" (la asombrosa historia del circo) en la editorial Península, habló de otros orígenes del circo, ya europeos, conectados con personajes de la Edad Media: juglares y bufones. . "El bufón es un antecedente del payaso -afirmó- y los juglares eran los artistas que iban por pueblos o castillos recitando poemas, tocando instrumentos, haciendo juegos malabares...".

Llegó Eguizábal al Renacimiento para citar el nacimiento de la Comedia del Arte, con personajes que fueron prototípicos posteriormente: el Arlequín, Pierrot, Pantalón y Colombina. "Otra de las formas anteriores al establecimiento del circo son los titiriteros o saltimbanquis, que en la primera etapa se sirven de instrumentos domésticos como bancos, sillas... pero también cuerdas tensas o fijas".

Pasó luego a hablar de la aparición de circos estables citando como el más antiguo el Astley, antecedente del circo moderno, con los caballos como protagonistas. "El primer circo -afirmó- es en realidad un picadero en el que se hacen acrobacias con ellos. Luego aparece el Royal Circus, el de los Campos Elíseos... Aunque en Europa tiene un origen inglés, Francia se convierte en capital del circo. Vemos aparecer el Circo Medrano, de un español, muy visitado y pintado por Picasso, sito en Montparnasse."

Vinieron luego los circos de lona según contó Eguizábal. "Son un invento americano -señaló-. El primero aparece en 1825 y pronto se importan en Europa. Contemporáneo a ese nacimiento fueron los circos flotantes, que llegaron a tener graderíos para 3000 personas. El gigantismo lo representó el Sell Brothers Circus, nacido en 1862, tan complejo que llegaba en tres trenes y trabajaban en su montaje más de 3000 personas, con más de mil artistas".

Eguizábal se refiere con "el gran salto" a tosa esa pléyade mayoritaria de artistas de circo que eran saltadores, desde los payasos los caballistas, funambulistas... "El salto era fundamental en el circo. En el XIX hubo una especie de búsqueda del salto imposible, el tripla salto mortal desde el suelo y sin aparatos, que llenó la historia del circo de columnas rotas. Quizás haya muerto más gente intentando el triple que entre trapecistas, domadores..."

Dedicó Eguizábal la última parte de su charla a destacar personajes que hicieron historia en este mundo como Leotard, "que no solo inventó los leotardos sino el trapecio volante ya que hasta él ningún trapecista se había soltado del mismo. Otro fue, según este catedrático, el mexicano Alfredo Codona, que dio el triple salto mortal pero en el trapecio. "Entre los españoles hay que citar inevitablemente -añadió- a Pinito del Oro, canaria, la mejor en trapecio fijo de su tiempo, y a Miss Mara, sevillana, que tras un accidente en el trapecio despertó la admiración de los médicos porque volvió al mismo tras una rehabilitación increíble".

Monsieur Blondin fue otro de los personajes destacados. Creador de una dinastía, el mejor en el cable tenso, sobre el que cruzó las cataratas del Niágara. "Vino a Barcelona y a Madrid, donde cruzó una plaza de toros y el Retiro con dos hombres encima. Pero como emocionantes fueron los Walenda, que trabajaban sobre cables en tres niveles".