Su larga etapa en San Sebastián concluyó cuando la agencia Efe le propuso que la representara como subdelegado en el Benelux, con base en Bruselas. Uruguay sería su posterior destino. Albino Mallo continúa narrando esa biografía que ayer iniciamos en su infancia.

- Salto al exterior. "Estando en San Sebastian y antes de que se recrudecieran los problemas políticos en el País Vasco, tuve una oferta para dirigir un periódico en las Islas Canarias pero la rechacé pensando que era muy lejano... curioso porque al poco tiempo me llamó Luis María Ansón para ofrecerme trabajo en el exterior y acepté inmediatamente. Fui a charlar a Madrid y me nombró subdelegado para el Benelux con sede en Bruselas, donde permanecí solo un año. Recuerdo aquella Internacional Socialista a la que asistí en Luxemburgo, con un socialismo exultante en Europa y que reunió allí a líderes de peso como Miterrand, Simon Peres, Mario Soares, Bettino Craxi o Felipe González".

-Llega Uruguay. "Después de la corta etapa de Bélgica, me trasladaron a Montevideo como delegado en Uruguay, un país con dictadura tirando a blanda, pues ya habían pasado años desde la historia de los tupamaros. Fue quizá de las etapas mas tranquilas porque el país era pequeño y la información corta. Pero fue estando allí cuando tuvo lugar la guerra de las Malvinas, a la que me enviaron en abril de 1982.

- "La guerra de las Malvinas. "Fue el 2 de abril de 1982, alrededor de las cuatro de la madrugada, cuando sonó el teléfono en nuestra casa uruguaya del Bulevar España, muy próxima a la playa de Pocitos. "Toma el primer avión y vete a reforzar la delegación de Buenos Aires, porque comenzó la guerra de las Malvinas", me dijeron. Tres horas más tarde ya estaba ten un avión y ese mismo día conseguí estar en un balcón presidencial de la Casa Rosada, desde donde contemplé en el de al lado a un Galtieri arengando a la gente mientras era sostenido desde atrás pues su equilibrio era precario, decían que por razones etílicas. Horas después, tras tomar otro avión, estaba en Río Gallegos, la ciudad continental más próxima a las islas, unos 300 kilómetros, donde se había establecido el puente aéreo de transporte de tropa, material y alimentos. Fui el primero corresponsal extranjero que llegó allí. Fue imposible que nos dejaran dar el salto hasta el lugar del conflicto, es decir las Malvinas, pero conseguí de la alcaldesa, tras una copiosa cena y buen vino, una jugosa información considerada alto secreto y por la que nos hicieron abandonar Argentina. Pero la noticia ya estaba transmitida al mundo".

- Al Chile de Pinochet. "Mi siguiente traslado fue a Santiago de Chile como delegado en ese país. Período difícil pues fue en 1983, en que se celebraban 10 años del golpe de estado de Pinochet y recuerdo que fue cuando se pusieron de moda las caceroladas. Teníamos toque de queda a las 23,00, pero en momentos difíciles llegó a adelantarse hasta las 17,00. El carnet de periodista internacional más que una ventaja, era un inconveniente. Por supuesto que toda la información que te mandaban, así como los periódicos, era pinochetista salvo una revista semanal llamada "Análisis". así que me tuve que buscar fuentes para dar información de la oculta oposición, y entre ellas, una muy importante fue el socialista Ricardo Lagos -que con la democracia llegó a ser presidente- y que me contaba su postura y sus acciones. Pinochet nos citaba a los corresposales extranjeros (ANSA de Italia, France Press de Francia, DPA de Alemania, Xhinhua, de China, Reuters de Gran Bretaña, United Press y Asociate Press de EEE.UU. y EFE) dos veces al año; una era para desayunar a las 8 de la mañana y nos prohibían llevar grabadoras, y otra en la fiesta de navidad que daba al cuerpo diplomático. Lo curioso es que en esta fiesta, en un recinto militar, con comida y actuaciones musicales de sus afines, luego a los hombres nos llevaban a un campo de tiro y nos daban pistolas y metralletas para disparar sobre siluetas, algo que yo pasaba de largo. También recibía información opositora de la Vicaria de la Solidaridad, dependiente del obispado, que en aquel momento dirigía el jesuita español Ignacio Gutiérrez. Precisamente pocos días antes de volverme a España, la policía política asesinó a tres de los colaboradores de la Vicaría. Neruda ya había muerto en 1973, pero conocí mucho y visitaba a su viuda Matilde Urrutia; también conocí, en una sociedad llamada "Club Mapocho" de tendencias izquierdistas, a Moy de Toha, viuda del ministro del interior de Allende José Toha, detenido tras el golpe y fallecido en la cárcel como consecuencia de las torturas. Estando en Chile asistí a dos recitales de cantantes de tendencias socialistas, de los que acabamos siendo expulsados del teatro a palos por los carabineros. Fueron el uruguayo Alfredo Zitarrosa y el español Paco Ibáñez, sin embargo no se le dejó entrar en el país a Joan Manuel Serrat.

- El terremoto y la vuelta a España. "En Santiago viví el terremoto de 1985, de bastante intensidad, pero "solamente" un centenar de muertos porque fue un domingo de verano sobre las seis de la tarde y la gente estaba fuera de las casas. Pasaron muchas cosas pero, al final, de Chile me vine a Galicia como delegado de EFE para toda la comunidad con residencia en Santiago de Compostela. A los dos años pedí la excedencia para aceptar la dirección del periodico coruñes "El Ideal Gallego"; dos años despues, la jubilación y a escribir libros.