"La historia es complicada, como la ciencia –dice José Manuel Sánchez Ron–. La conquista del espacio colma nuestros sueños más hermosos pero la realidad es más miserable porque todos estos ingenios fueron estimulados por la guerra fría. Llegar con misiles cuanto más lejos mejor y cuánta más capacidad destructiva mejor. Pero también es cierto que los logros científicos están construidos sobre las cenizas de hombres y mujeres que de forma callada y silenciosa pusieron las bases para logros del futuro."

El científico y académico José Manuel Sánchez Ron se manifestaba así de realista en una charla en la que, de todos modos, se prodigó poco en valoraciones para hacer una atractiva descripción de la historia del vuelo, desde los animales a los ingenios humanos. "Ícaro y sus sucesores en la conquista del espacio" se tituló esta conferencia apoyada en diapositivas, que contó con Luis Espada como presentador.

Para el futuro, del que habló al final de la misma, este científico no cree que lleguemos a otros mundos pero sí le gustaría que conociéramos aun más la naturaleza de nuestro cosmos. Su sueño, por ejemplo, es un telescopio en la cara oculta de la luna. "La única esperanza para que la vida que surgió en este planeta se mantenga es buscar otros entornos y lanzar semillas hacia el cosmos. ¿Habrá vida más allá de la que conocemos? La gran noticia con la que a mí me encantaría despertarme es que se han recibido señales de vida inteligente más allá de nuestro universo conocido".

"El mundo de Ícaro", del que Sánchez Ron es autor junto a Mingote, en editorial Crítica, empezó hablando del origen de la vida. "El lugar en que surgió la vida fueron los océanos –dijo– y allí se encontraban todos los seres vivos durante unos 3.600 años. Sólo hace entre 500 y 400 millones de años comenzaron algunos organismos a colonizar la tierra, primero plantas sencillas, luego más complejas, incluyendo anfibios y reptiles".

Sánchez Ron siguió con el relato de la aparición de seres vertebrados, "invento importante" de la Naturaleza, empezando por los peces, que existían hace más de 400 millones de años; de los seres que empezaron a aventurarse a salir del agua, los anfibios, hace unos 360 millones de años; de sus descendientes los reptiles, de los que una especie dio origen a los lagartos y otra a los dinosaurios; de los insectos, los primeros seres voladores, y de las aves, que surgieron de los dinosaurios porque había variedades del tamaño de un conejo. Y se paró a especular sobre cómo surgieron en su cuerpo habilidades para el vuelo.

Y luego estaba el hombre, una especie recién llegada que siempre tuvo como sueño imitar a las aves y. empezando por Leonardo da Vinci, este catedrático de Historia de la Ciencia habló de los globos aerostáticos a partir de los hermanos Montgolfier a finales del siglo XVIII, y de los dirigibles (Zeppelin), que llegaron a ser gigantes de 128 metros y a cubrir trayectos entre Europa y América, tras ser utilizados en las guerras.

Y llegó a la Era de la Aviación citando a los pioneros George Cayley y Otto Lilienthal con sus planeadores y, sobre todo, a los hermanos Wright, que introdujeron motores en 1903, "la verdadera aviación". . .

Luego vinieron, en la descripción de este académico, los helicópteros y autogiros (Ricardo de la Cierva, en 1924), que proporcionaron el despegue vertical. Y, tras hacer una parada admirativa en torno a los Boeing, que por sus dimensiones fueron "el siguiente gran paso en la aviación civil", entró en el soñado mundo de la aeronáutica situándose en 1969 con la llegada a la Luna del Apolo XI, la primera misión tripulada.

La conquista del espacio, el liderazgo sólo inicial de la Unión Soviética, la Guerra Fría que alentaba la confrontación científica ("en el fondo política entre comunismo y capitalismo") que empezó con los cohetes con von Braum y Korolev como cerebros principales de uno y otro bando... Y así, acabó hablando de los telescopios.