Perteneciente a la segunda promoción de la Facultad de Periodismo de la Universidad de Santiago, Carlota Corredera Llauger (Vigo, 1974) es la codirectora el programa “Sálvame” (Telecinco), aunque anteriormente ha trabajado con Juan Ramón Lucas, Ana Rosa Quintana -como codirectora en la última etapa de “Sabor a ti-, Jordi Hurtado en “TDT” y en “La caja”, concurso del que pasó al programa que presenta Jorge Javier Vázquez y que, según reconoce la periodista viguesa, supone todo un reto para quienes están al otro lado de las cámaras.

-¿Qué es lo más complicado de dirigir “Sálvame”?

-Dirigir al equipo que hay delante de las cámaras y al que hay detrás durante cuatro horas en directo. Quienes más desgastan son los colaboradores porque son todos muy especiales y con un gran afán de protagonismo. Lo más difícil es que no te supere el propio programa porque sabes cómo empieza, pero no cómo va a acabar. Los temas los conoces, pero los colaboradores están con los móviles encendidos y en cualquier momento, surge la noticia en directo y todo da un giro

-¿Cuánto hay de cierto y cuánto de “show” en el formato?

-De show mucho porque es un programa de entretenimiento y espectáculo. ¿Qué luego se enfrentan unos con otros? Todo es posible. Pero no está dentro del guión ni siguen indicaciones. No hay un directo en el mundo que pueda mantener una postura fingida durante cuatro horas, todos los días.

-¿No son un poco crueles con determinados personajes?

-Cada uno tiene sus filias y sus fobias. Cuando surge una noticia sobre un determinado personaje sabes por dónde va a salir cada uno, pero creo que hay un respeto básico.

-Pero a veces da la impresión de que se pierde.

-Es que hablan sin filtros y lo cuentan igual en plató que fuera. A veces se les llama al orden, pero no siempre es fácil controlarlos porque son impredecibles.

-¿Que “Sálvame” acabe de superar las 400 emisiones hace que uno se olvide de los datos de audiencia?

-Eso nunca. La mayor tortura de la televisión y la mayor presión son las audiencias porque vales lo que el último dato. Cuando un programa comienza a bajar es terrible porque nuestro pan depende de que gustes al público.

-¿Qué sensación tiene cuando califican su programa de televisión basura?

-No me deja indiferente, pero también le digo que lo llevo mejor. Mi madre siempre me dice: “Mira, filliña, entretener es un trabajo muy digno”. No somos pretensiosos; sabemos que hacemos un trabajo para entretener y con ese objetivo nos levantamos todas las mañanas y venimos a la tele.

-¿Se imaginaba dirigiendo un programa del corazón cuando estudiaba Periodismo?

-No. La ilusión de mi vida era ser corresponsal en Nueva York, algo a lo que aún no renuncio. Pero al final, lo importante es ser profesional y hacer tu trabajo con honestidad. No hay periodistas de primera y de segunda.