San José de Ribarteme, As Neves. Una marea humana anega el lugar. Ello sucede sólo una vez al año. Es la romería de Santa Marta, la más antigua de Galicia. Un acontecimiento religioso y espiritual muy singular, en el que se unen veneración y muerte. Una combinación de elementos, corriente para algunos, pero muy especial para otros, y que atrae anualmente a miles de personas a esta pequeña localidad de As Neves.

La peculiaridad de la fiesta es portar en ataúdes en el momento de la procesión a los creyentes que realizan promesas por aquéllos que han estado a punto de alcanzar las puertas de la muerte. En esta ocasión, tan sólo hubo una ofrecida en el interior de una urna, la tomiñesa María Elda Domínguez, de 48 años. "El año pasado vi a mi padre entre la vida y la muerte, y este año ya ha estado dos veces ingresado por una enfermedad pulmonar cardiorrespiratoria", explica María. En lo que atañe a la experiencia del féretro, en el que permaneció durante una hora, admite que "fue dura, fuerte ".

Además, dos niños fueron conducidos por sus familiares en brazos, acompañados de ataúdes cerrados de tamaño reducido, también en cumplimiento de promesas.

En la romería es habitual la concurrencia de personas que siguen la procesión de rodillas. Es el caso de Rosa Groba y su hijo, Víctor Rodríguez, que se sacrificaron por la madre de Rosa, que se encuentra en una situación de discapacidad física. O Víctor, que caminó de rodillas, sin protección y terminó la procesión con heridas.

Devotos asiduos

Silvestre Alonso, de 64 años, es uno de los seis miembros de los "Romeros de Santa Marta ", quienes siguen la imagen durante la procesión con con cantos y letanías, ensayados un mes antes de la procesión. "Levo máis de 30 anos cantando", afirma.

Generosa Tato acude desde hace 55 años a la romería, " sempre amortallada e coa vela", describe. Generosa defiende que de niña se salvó gracias a Santa Marta: "Eu estaba morrendo, a miña nai púxose de xeonllos e comecei a curarme".

María Fernández, de Goián, junto con 32 personas, se da cita con Santa Marta hace poco más de un lustro, pero reconoce que "impresiona bastante la devoción que hay". María revela que respeta la veneración de Santa Marta, aunque para entrar en el féretro "tendría que estar en una situación límite".