Ha llegado el otoño y Panxón recobra la normalidad tras el agetreo del turismo veraniego... o en parte, porque la aparición de un cádaver en la playa trastota la tranquila vida de los habitantes de este minicipio y especialmente la de quienes se dedican a la pesca de bajura, ya que el muerto un marinero. Éste escenario abre la segunda aventura policiaca del inspector Leo Caldas en “La playa de los ahogados”, de Domingo Villar (Vigo, 1971), que espera volver a captar la atención del lector tras el éxito de “Ojos de agua”, que va por su sexta edición en castellano (Siruela) y la cuarta en gallego (Galaxia)

-Cuando presentó la primera novela, “Ojos de agua” confesó que las aventuras de Leo Caldas le servían como terapia contra la morriña. ¿Esto continúa siendo así?

-Me viene bien, sí porque estoy muy lejos de Vigo (vive en Madrid) y cuando escribo escucho el sonido de las gaviotas y huelo la marea baja... Es como estar en casa.

-¿Ha sentido miedo a la hora de afrontar esta nueva novela tras el éxito de la primera?

-Al revés. Me hubiera dado miedo si la primera no hubiera encontrado ningún lector. El que haya tenido tantos lectores me ha servido de motivación y saber que hay gente esperando esta segunda me ha dado tranquilidad.

-¿Y ya se gesta una tercera entrega?

-Sí, pero soy un escritor que trabaja despacio, corrijo mucho... La literatura y las prisas no son buenas compañeras.-Pero las editoriales siempre ponen plazos, ¿no?-Que incumplo religiosamente. Afortunadamente trabajo con dos editoriales a las que les importa más que la obra esté bien a que esté pronto.

-En esta novela, el lector puede conocer aspectos de Caldas desconocidos, pero seguimos sin saber cómo físicamente, por ejemplo, o qué edad tiene...

-Prefiero que cada lector se haga su propia imagen sobre él. Caldas es un personaje con claroscuros, pero no tiene unos rasgos físicos ni de personalidad muy característicos. Sabemos que tiene un padre que no quiere jubilarse, que tiene miedo a comprometerse y que fuma bastante, en parte porque es tímido y esconde esa timidez tras una cortina de humo, que es lacónico, terco, obsesivo... Él cree que el crimen es humano y que cualquiera es capaz de matar. Más que atrapar al asesino quiere entenderle.

-¿Usted también cree que cualquier persona es capaz de cometer un asesinato?

-Él tampoco cree que todos los crímenes son entendibles. Los crímenes de abuso de poder y premeditados no tienen explicación. Lo que cree, y lo que creo, es que dajo determinadas circunstancias, una persona puede llegar a matar. Si atacan a tus hijos tú te defiendes...

-¿Qué tienen en común Leo Caldas y Domingo Villar?

-Los dos somos hijos de bodeguero y nuestros padres nos han inculcado el amor por la viticultura, nos perdemos por los percebes y los berberechos, nos gusta ir a la taberna “Eligio” y ambos colaboramos en un programa de radio..., pero Caldas es mucho más valiente que yo y probablemente yo sea más alegre que él.

-Como contrapunto a este personaje está su compañero, Rafael Estévez, un aragonés que no termina de entender la idiosincrasia gallega.

-No porque exige respuestas que a veces no obtiene... Este personaje me sirve para contar al lector ciertos rasgos característicos del gallego, mientras que para Caldas es una polea porque a veces está demasiado ensimismado...

-¿Esto no es alimentar los tópicos?

-Detrás de los tópicos siempre hay un fondo de verdad.