Los viajes, el encuentro con otras culturas, otros paisajes, otras filosofías, marcan la obra de Darío Basso. El artista vigués traslada al espectador al mundo árabe en su nuevo trabajo, "Algoritmi dixit:", una instalación compuesta por 23 haimas árabes que cubren el patio interior de la Casa das Artes de Vigo en una explosión de color y de símbolos envolventes que inauguró ayer y permanecerá abierta hasta el 13 de abril.

Una tonelada de pintura y haimas traídas desde El Cairo son los elementos que Basso ha utilizado para la elaboración de la obra. El proceso, especialmente complicado por el gran tamaño de las piezas, lo llevó a cabo al aire libre, en la localidad cercana a Madrid donde reside. Dos vídeos proyectados en una sala anexa, con música del saxofonista y compositor Gautama del Campo, recogen todo este peculiar proceso pictórico, que duró un año.

La participación de Darío Basso en el pabellón español de la bienal de El Cairo fue el momento en que comenzó a fraguarse la idea de esta muestra. "Me atrajeron mucho las haimas árabes que utilizan para cubrir los edificios en obras y se convierten en una segunda piel", relata. En su obra, Basso traslada esta idea con el objetivo de crear una "pintura extendida, que rompe los límites del lienzo para traspasar a los límites de la arquitectura y amoldarlo a ella", indica.

El título de la exposición, "Algoritmi dixit:", recoge las palabras del matemático Fibonacci, que interpretó como algoritmos los cálculos pitagóricos. "La idea es reflejar cómo las culturas de Oriente y Occidente están relacionadas; una vinculación muy necesaria en los momentos geopolíticos que vivimos actualmente", opina el artista.

Los dibujos de las haimas reflejan también esos patrones geométricos que emplean teselaciones matemáticas. Los ojos centrales se repiten en todas ellas, "tomando la idea del Polifemo que te mira, que es un alter ego al que recurro", añade.

La naturaleza en su arte

La relación de la obra de Basso con la naturaleza se remonta al año 93, "cuando realicé por primera vez el Camino de Santiago", apunta. Otros dos viajes, a la India y a la selva venezolana "hicieron que esta relación fuera ya para siempre una parte intrínseca de mi obra", asegura. En este trabajo, la huella natural es visible a través de la densidad de la pintura, ya que a ella se unen hojas, plantas, bellotas y la lluvia. Los vivos colores de las haimas también están relacionados con el trabajo al aire libre, "que te obliga a potenciar el color".

Estructuras provistas de memoria, llenas de referencias y vida sedimentada para envolverse con ellas.