Finalmente, Jáudenes se despidió con lo que consideró "una obligada cita", la del artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros".

El alcalde cerró el turno de intervenciones y afirmó que este año, en realidad, "no tenemos dos premiados, sino uno, con dos identidades", es para "las personas que se comprometen, que luchan, que se identifican con los que precisan ayuda para resolverle la vida a quien sufre algún tipo de problema económico o de integración plena en la sociedad".

"Buenismo caritativo"

Contrapuso a renglón seguido este altruismo de verdad de quien no espera ningún tipo de beneficio con lo que calificó de "postureo de marketing" de muchas empresas "que incluso cerca de nosotros practican ese buenismo caritativo que además les sirve para reducir su impuesto de sociedades o hacer lo que denominan compromiso social corporativo. Ni Ángela Paz ni el Colegio de Abogados están en esas disputas de negociantes interesados".

Repasó las trayectorias de los homenajeados y su fuerte compromiso social antes de incidir en que, tras conocerse con motivo de los Ciudad de Pontevedra, ambos tienen el camino abierto "para establecer nuevos canales de colaboración entre ellos", algo que celebró como una nueva oportunidad de realizar aportaciones positivas para quienes más las necesitan.

Finalizadas las intervenciones, el grupo de música tradicional "Os de Algures" interpretó el himno gallego, con el que se despidió la ceremonia.

Ésta dio paso durante la tarde al oficio religioso en honor a San Sebastián, que tuvo lugar en la basílica de Santa María. La imagen del copatrono, trasladada horas antes desde la capilla de San Roque donde se venera durante todo el año, presidió la ceremonia solemne en la que Pontevedra renovó su invocación al santo.

Esta súplica se realizó por primera vez en enero de 1515 durante una epidemia de peste y más de medio milenio después Julián Vega Martínez, una persona ciega de nacimiento, fue el encargado de renovarla en nombre de los pontevedreses.

De nuevo sirvió para pedir la intercesión del santo a fin de que durante este año proteja a todos los vecinos de la ciudad del Lérez, de la que es patrón con la Virgen de la O.

El Teatro Principal y la basílica de Santa María no fueron los únicos escenarios ligados ayer a las celebraciones en honor a San Sebastián, sino que los vecinos del barrio de San Roque celebraron su ya habitual chocolatada.

Ésta tuvo lugar en la sede de la asociación vecinal y fue una oportunidad para compartir momentos de encuentro y recordar la tradición del voto de la ciudad así como a sus principales valedores, entre los que también figura San Roque, otro de los invocados como protector de los vecinos frente a las epidemias que asolaron la villa en distintos momentos históricos.

Como cada 20 de enero, la festividad de San Sebastián sirvió para celebrar a una ciudad viva y generosa, que da de beber (y también un sabroso chocolate caliente) a quien la visita.