El psicopedagogo Francesco Tonucci ha vuelto a Pontevedra, esa ciudad a la que ha inspirado y que tanto le inspira a él. Este vez lo ha hecho acompañado de una delegación de alcaldes y representantes municipales de ayuntamiento de la región de Lazio, en Italia, su país de origen. Se trata de que conozcan el modelo urbano de la ciudad a través de una serie de visitas y jornadas técnicas, como la que ayer se celebró en la Casa da Luz.

-Otra vez en Pontevedra. ¿Cuántas van ya?

-No lo sé. Yo vengo a España hasta ocho veces cada año. Lo interesante es el cambio. Este es un viaje totalmente diferente. Es la primera vez que no vengo para hablar, para dar conferencias, para que me escuchen, sino para aprender. Estoy acompañando a un grupo de administradores italianos de la región Lazio y de la ciudad de Fano, donde comenzó la experiencia de "La ciudad de los niños", justo hace 25 años. Estos administradores son alcaldes, concejales, de ciudades medianas, pequeñas, alrededor de Roma, que están aquí para aprender de vuestros gobernantes cómo ha sido posible un cambio de esta ciudad tan positivo desde el año 1999 hasta hoy.

-¿Qué impresión se han llevado en sus primeras salidas?

-Han surgido muchas preguntas: cómo, por qué, con qué recursos... El impacto ha sido muy fuerte y están muy emocionados y muy motivados para hacer algo parecido en sus ciudades.

-¿Fuerte es positivo?

-Sí, es un poco el efecto que nosotros esperábamos y lo estamos consiguiendo.

-¿Este modelo es imitable?

-La idea nunca debe ser de copiar cosas. Copiar es feo, es de débiles, lleva a un nivel bajo. Lo que tenemos que proponer, y la gente debe asumir, son las ideas fuertes, la filosofía. Aquí hay una idea de una ciudad que debe mejorarse. Debe pasarse de una ciudad de pocos, la de los coches, a una de todos, que son los peatones. Nosotros no queremos una ciudad solo para los niños, infantilizada, sino para todos, hasta para los niños. En cada lugar hay que aplicarlo de manera distinta.

-Con sus propias características...

-Claro, cada ciudad tiene su historia, tradiciones, resistencias...

-Entre las resistencias se pueden encontrar los ciudadanos. Ellos también deben opinar sobre el modelo de ciudad que quieren...

-Un buen político es aquel que sabe escuchar, sabe pedir, tener en cuenta lo que piensan sus ciudadanos. Los ciudadanos son partícipes, y los niños también tienen derecho a participar, y eso lo reconoce la Convención de los Derechos del Niño, que dice que los niños tienen derecho a expresar su opinión cuando se toman decisiones que les afectan, lo cual ocurre siempre. La fuerza de Pontevedra es que ha sabido involucrar a la gente.

-Pero aquí también ha habido , y sigue habiendo, esas "resistencias".

-Sí, pero lo importante es que conmigo está la mayoría de la gente porque les estoy beneficiando. A los más débiles: a los niños, ancianos...

-Las críticas aquí se han centrado en los últimos tiempos en los "lombos".

-Esa es mi culpa. Yo soy uno de los responsables de que en Pontevedra haya lombos ahora (risas). En una conferencia, que escuchó el alcalde, yo decía que era una vergüenza que las personas con discapacidad tuviesen que subir y bajar, cuando el camino del peatón debe ser el que no pierda la cota. Los "lombos" no son obstáculos, son un privilegio de los peatones. La idea es que el camino de los peatones se quede siempre a su cota. Yo hablé esto con el alcalde en una conferencia pública y él lo asumió. El resultado es que esto es un obstáculo para los coches y les obliga a reducir la velocidad.