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El deterioro de la finca de Blanco Rivero alarma a los vecinos de Lourizán

Los residentes de Caritel no pueden acceder en coche porque el viejo muro que rodea la parcela se inclina sobre un estrecho camino - La maleza esconde todo tipo de fauna

El muro se inclina sobre el camino al fondo de la imagen. // G. Santos

Los vecinos del lugar de Caritel, en la parroquia pontevedresa de Lourizán, ya no pueden acceder a sus viviendas en coche, porque el viejo muro de piedra que rodea la finca de los Blanco Rivero -desde hace décadas abandonada-, se inclina sobre el estrecho camino y en muchos puntos amenaza derrumbe. "Alguien" -los vecinos no saben quien- ha intentado asegurar algunas partes del muro de mampostería encintando las piedras con cemento, consiguiendo que algunas de éstas se venga más hacia adelante todavía, lo que imposibilita el paso de cualquier turismo.

Dentro del muro, la maleza inunda la finca y los colindantes tienen que esforzarse para que no invada las suyas, además de "luchar" contra todo tipo de fauna que habita entre la vegetación. Serpientes, ratas y todo tipo de insectos son los principales habitantes de este microcosmos que dificulta la vida cotidiana de los vecinos. "Nosotros ya no podemos usar el asador, porque está pegado a este muro y por ahí nos puede salir cualquier cosa", explica una vecina colindante.

Miguel Pazos, otro de los afectados, ha presentado escritos al Concello de Pontevedra y al servicio de Incendios de la Consellería de Medio Ambiente de la Xunta en varias ocasiones. Al margen de buenas palabras por parte de los representantes políticos de ambas instituciones, no ha logrado ninguna solución.

En una carpeta en la que acumula los papeles de este expediente, conserva escritos en los que se denuncia esta situación desde el año 2013. Ya ha hablado con los concejales responsables de esta parroquia tanto del anterior gobierno municipal como del actual. Pero lo cierto es que la maleza sigue creciendo en la finca y el muro está cada vez en peor estado.

Sus vecinos apuntan además que en la vieja casa de los Blanco Rivero se cuelan niños para jugar, con el consiguiente peligro. Además de las desagradables sorpresas que esconde la vieja mansión, sus paredes pueden venirse abajo en cualquier momento, como explican los vecinos. Uno de ellos apunta que recientemente tuvo que venir a recogerlo a su casa una ambulancia. No pudo pasar.

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