La reclamación de suelo industrial por parte del Concello de Pontevedra y organizaciones empresariales como Aempe, la CEP y la Cámara de Comercio adquirió la categoría de "demanda histórica" en la primera década del siglo ya que la falta de parques empresariales, logísticos e industriales se citaba como el principal lastre para el crecimiento económico de Pontevedra.

El polígono de O Campiño, de 43.291 metros cuadrados, fue inaugurad 1994 y siete años después estaba completamente ocupado y el recinto portuario de Marín-Pontevedra, con sucesivas ampliaciones (rellenos) se han quedado pequeños para acoger el grueso de la actividad industria de la capital por lo que serán las nuevos parques empresariales, de los que solo están urbanizados y en uso los de A Reigosa (Ponte Caldelas), colindante con O Campiño, y la primera fase del de Barro-Meis. En el primero la ocupación supera el 50% de las parcelas y en el segundo, aunque vendidas el 40% de sus terrenos (490.000 metros cuadrados en total), solo cinco están ocupadas.

La crisis irrumpió en este desarrollo de áreas logísticas y ha ralentizado momentáneamente nuevas apuestas.

A Reigosa tiene todavía 183.000 metros cuadrados pendientes de ocupación lo que no es óbice para que el plan de iniciativas de nuevo suelo industrial de Galicia incluya una nueva ampliación de 290.000 euros para el tandem Reigosa-Campiño; además de la construcción de un polígono empresarial en Fragamoreira (Poio), de 235.000 metros cuadrados y una plataforma logística en Tomeza-Vilaboa, de 718.000 metros cuadrados, que es cuestionada por el Concello, que ofrece como alternativa 430.000 metros de terreno en Leborei (Cerponzóns).