"Me gustó siempre hablar de arquitectura como divertimento; si no se hace alegremente no es arquitectura. Esta alegría es, precisamente, la arquitectura, la satisfacción que se siente. La emoción de la arquitectura hace sonreír, da risa. La vida no". Alejandro de la Sota era ya un reputado arquitecto de fama internacional cuando pronunció esta frase que dice mucho de su amor alegre por su oficio, lo que posiblemente contribuyó a que se convirtiese en una referencia de culto para sus colegas de profesión.

Es uno de los aspectos que destaca la organización del XI Memorial Filgueira Valverde, que en este 2012 conmemora el centenario del nacimiento del arquitecto pontevedrés.

El monográfico (cuyas conferencias darán comienzo a las 20 horas) tendrá lugar en Sexto Edificio del Museo y arrancará el próximo día 6 con la intervención del periodista Rafael López Torre, que disertará sobre el contexto pontevedrés en el que nació y se formó De la Sota.

Los arquitectos Alberto Noguerol y Pilar Díez tomarán al día siguiente el relevo para analizar aspectos relacionados con la concepción profesional del homenajeado.

Finalmente, el día 8 la invitada a clausurar el Memorial será la presidenta de la Fundación Alejandro de la Sota, Teresa Couceiro, que pondrá el colofón a un encuentro que busca significar la decisiva contribución de De la Sota a la arquitectura europea.

A mayores, el encuentro servirá para recordar la amistad que unía a De la Sota con el polígrafo que da nombre al memorial, Filgueira Valverde, y recordar su huella en la comarca de Pontevedra, que conserva varias de sus obras como el Pabellón de Deportes, el edificio situado en la calle que lleva su nombre, Alejandro de la Sota, o el chalet Domínguez en A Caeira.

A mayores de ser uno de los grandes arquitectos de su tiempo, Alejandro de la Sota fue hijo de Daniel de la Sota, un recordado presidente de la Diputación de Pontevedra en la década de los veinte y una figura clave que lideró iniciativas como la puesta en marcha del Museo Provincial (del que Filgueira Valverde sería director) o de la Caja de Ahorros. Contó para ello con la colaboración de figuras también imprescindibles en la historia gallega como la de Alexandre Bóveda.