"Castellanos de Castilla, tratade ben ós galegos // cando van, van como rosas // cando vén, vén como negros", suplicaba, en la mente de Rosalía de Castro, aquella mujer desolada que acababa de perder a su marido tras la dolorosa siega a la que acudían en bandada nuestros ascendientes desde el siglo XVIII hasta bien entrado el XX. A raíz de este duro episodio histórico, diversas localidades de nuestra comunidad homenajean a esos héroes obligados a viajar a lugares desconocidos para poder sacar adelante a sus familias, ancladas en una Galicia azotada por el hambre. Uno de estos puntos es Allariz, que, pasando por dos de sus pueblos, recrea el ciclo del pan desde la siembra hasta que el alimento entra en el cuerpo.

La recreación

Si en octubre se plantaron las semillas de trigo en la "Festa da sementeira" y a mediados de julio se segó la misma planta en la "Festa da seitura", ayer, Queiroás da Igrexa celebró la "Festa da malla": el proceso de separación del cereal de la paja. Para la ocasión, el municipio alaricano se engalanó de fotografías y herramientas de labranza, y los vecinos se enfundaron las prendas tradicionales para recrear el acto de las tres formas posibles.

La primera que se representó fue la "malla a pedra" en el "Aira de abaixo" a la vez que despertaba el día. Mientras los hombres, con sus sombreros y chalecos, golpeaban el forraje, "maza" en mano, las mujeres, ataviadas con pañuelos y faldas largas, ayudaban a amontonar las espigas que se esparcían en cada impacto. En el segundo modelo, para conseguir los granos, se echó mano en el "Aira do fondo" de los "mallos", palos de madera divididos en dos partes, una para agarrar y la otra, flexible, para la acción, manejados también por los veteranos del pueblo.

Los cientos de espectadores, tanto gente de la zona como turistas llegados de diferentes países, observaban atónitos el gran esfuerzo que suponía esta empresa, que, para aquellos que lo vivieron, se prolongaba durante largos meses, normalmente desde abril o mayo hasta septiembre, y suponía una verdadera explotación personal -acusación que molesta a los castellanos aún a día de hoy-. Más tarde, previo aperitivo mañanero de chorizo, pan, vino y un sabroso etcétera, mezclado con una generosidad inmensa de los vecinos de Queiroás, los protagonistas se trasladaron al "Cruceiro" para mostrar la técnica más moderna por entonces de separación del producto, la de las "malladoras", máquinas de mediados de los años 50 activadas mediante un mecanismo de manivela.

"Cuando yo era joven, recuerdo estar en este 'aira' -lugar para 'mallar' el pan-; ahora cada vez hay más afluencia de público de todos los lados: chinos, japoneses, ingleses, etc.", relató, "in situ", Gerardo González, decano del festejo. Xosé Manuel González, miembro de la asociación organizadora Espiga Mallada, explica que, "a la hora de la comida de mediodía, se llegaron a juntar cerca de doscientos visitantes, entre los que había algunos de Valencia o Madrid, e incluso jóvenes extranjeros de Francia o Alemania que participan en los campamentos de trabajo de la Xunta".

Por la tarde, fue el turno de moler el cereal en "o Muíño do Buraco" en medio de un ambiente musicado principalmente por la agrupación de folclore "De Pé Feito". Todo ayudó a revivir y a devolverle el entusiasmo a un pueblo rural prácticamente desierto a lo largo del año.

El traslado del grano

En el día de hoy, el grano trabajado durante la jornada del sábado se llevará a otra parroquia de Allariz, a A Torre de Seoane, donde, a partir de las 11.00 horas, se amasará el pan y se horneará para, finalmente, llevarlo al paladar, completando, así, el homenaje alaricano a los gallegos de Castilla.