Las vacaciones de Julio Rodríguez González, un ourensano residente en Panamá desde hace 3 años, se frustraron nada más llegar. El día 1 de julio voló a Lima, la capital del país andino, donde esperaba reunirse con su pareja, que reside en la ciudad de As Burgas, para disfrutar de tres semanas de vacaciones y cumplir un sueño, conocer la ciudad inca de Machu Picchu. Bárbara Canedo, la pareja de Julio, llegó el día anterior y pudo superar los controles sin problema. Pero él se encontró con una desagradable sorpresa. Cuando se dirigió al control de pasaportes, le aseguraron que constaba una alerta de la Interpol y le prohibieron la entrada en el país.

Lo confundieron con una persona con los mismos nombres y apellidos, gallego también y nacido en el mismo año, que tenía antecedentes por tráfico de drogas. "Traté por todos los medios de que contrastaran los datos e hicieran averiguaciones para descubrir el error, pero las autoridades migratorias de Perú no quisieron hacer las mínimas gestiones en garantía de mi presunción de inocencia. Fue un auténtico atropello de mi libre circulación y presunción de inocencia", dice el ourensano a FARO.

"Solo repetían una y otra vez que tenía que embarcar de vuelta a Panamá porque la alerta salía en el ordenador. No me dejaron ni llamar a mi pareja para que no se preocupase, ni tampoco con ninguna persona de rango superior". Julio llamó al teléfono de emergencias consulares, donde "se desatendieron de mi problema" y le dijeron "que no podían hacer nada". Tras el impacto inicial, las pesquisas hechas por la pareja y su abogado en Perú confirmaron el error.

"Se pasaban la pelota de unos a otros" hasta que finamente se le autorizó la entrada en Perú, aunque la alerta no se ha desactivado del todo, "gracias a la intermediación de una alta funcionaria del servicio migratorio en Perú". Una semana después de lo previsto, entró en el país ayer a primera hora de la mañana. "Ha sido el viaje más largo de mi vida, pero ya estoy con mi pareja". Considera que "se han violado mis derechos fundamentales de libre circulación y presunción de inocencia, además de las pérdidas económicas. Ha sido una semana larga y dura. He tratado de hacer todas las gestiones posibles ante Interpol, ONU y la embajada Ahora mismo estoy agotado, tanto física como psicológicamente".

El abogado y su pareja Bárbara lo recibieron con una pancarta de bienvenida, tras semejante odisea. Nada más llegar al aeropuerto Jorge Chávez, esta vez sin incidencias, el ourensano interpuso su primera denuncia por lo sufrido, contra las autoridades migratorias de Perú. "Lo triste es que parece que el atropello que he sufrido es algo bastante habitual aquí, no esporádico". Es la primera queja "de muchas que irán cayendo", porque Julio tampoco está satisfecho con el trato de consulados y embajadas tras el error. La "larga" semana perdida le ha ocasionado inconvenientes, como la pérdida de vuelos y alojamientos.

¿Y el traficante de igual nombre y con el que lo confundieron? "Mi pareja cree haberse cruzado con él en el consulado de España en Perú. Ha salido de la cárcel tras cumplir condena por tráfico de drogas, pero tiene que personarse periódicamente para seguir bajo control".