En el piso de Estela, en Ourense, recibe su perro, que luego se arrellana a sus pies, mientras le conectan por una vía un gotero de antibiótico. De forma intermitente, de la cocina llega algún reclamo leve de su nieto de 7 meses. La mujer, de unos 60 años, llegará a la cita de la peluquería a las 10. Media hora antes llaman al timbre la enfermera Susana Borge y la médica Isabel Pérez. Traen el hospital a casa. "Nunca he estado ingresada. Incluso en el parto, al día siguiente pedí el alta voluntaria". Completar en su hogar, sin aplazar nada, la segunda semana de tratamiento le satisface.

Unos 1.100 ourensanos reciben cada año cuidados en su vivienda como los que les prestarían durante un ingreso convencional. Eludiendo riesgos como la desorientación o las infecciones nosocomiales (intrahospitalarias). De manera estable - el número aumenta en invierno -, son 40 los pacientes de hospitalización a domicilio (HADO) que reciben a diario las visitas de profesionales como Isabel y Susana, juntas la mañana del pasado jueves. FARO las acompañó durante tres visitas para conocer su labor diaria.

De media ven a 10 personas cada jornada. Sean como sean las circunstancias. El servicio cubre desde la calle más céntrica de la ciudad a una aldea de Carballeda de Avia. El personal se desplaza con la medicación, vendas y el resto de útiles básicos - estetoscopio, medidor de oxígeno o tensiómetro - en uno de los 5 coches del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense (CHUO), machacados por los kilómetros y con un folio pegado al salpicadero que lo dice todo: el número de teléfono de la grúa. Medio de transporte de un servicio puerta a puerta que no se puede permitir muchos rodeos, el automóvil está rotulado y tiene una autorización de estacionamiento, expedida por el Concello, visible tras el parabrisas. Ni así se evitan las multas a veces.

El horario de HADO es de 8 a 20 horas de lunes a viernes. Los sábados por la tarde, los domingos y los festivos, el personal está de guardia. Por las noches, cualquier incidencia del enfermo hospitalizado en casa se canaliza a través del 061. Al cuidador principal, que suele ser un familiar - aunque también hay pacientes atendidos por personal contratado -, se le facilita un número de teléfono único donde avisar de imprevistos. El servicio, cada vez más demandando, también ha ganado personal en los últimos años, según el coordinador, Ildefonso Cejudo. En la actualidad está integrado por 6 doctores y 8 enfermeras - el jefe y la supervisora incluidos -. Isabel y Susana llevan ya 5 años adscritas.

"Para el paciente es más cómodo y la familia sobrelleva la enfermedad mejor, tanto física como psíquicamente. Aquí no se les pide que salgan de la habitación como en un hospital ni tienen restringidas las visitas; de hecho forman parte del tratamiento", explican las profesionales.

En la provincia más envejecida de España, en la que por cada menor de 14 años hay 3 mayores de 65 (97.000 personas superan esa edad), el perfil mayoritario de pacientes hospitalizados en su domicilio es parecido. "Hay mucha gente mayor cuidando a mayores. Algunos atienden a un familiar y también a un nieto porque sus hijos trabajan". La mayoría de los usuarios sufren enfermedades crónicas o se encuentran en cuidados paliativos; algunos pueden pasarse incluso meses de alta en el servicio, aunque la estancia media es de 7 días. Muchos de los pacientes están ya en la fase terminal de su dolencia y eligen morir en casa, junto a los suyos.

La visita a una paciente oncológica de Barbadás fue la primera del día, el jueves de la pasada semana. La señora había empeorado. "La familia se entrega por completo con el paciente. Hay algunos parientes que quieren saber toda la información y otros preguntan menos. El dolor, cada uno lo lleva a su manera". Al volver al coche, silencio. Para las profesionales el sufrimiento del paciente y la familia no es inocuo. "Entrar en la casa de una persona es mucho menos frío que hacerlo a la habitación de un hospital. Y se ven situaciones muy duras, como gente joven a la que van a sobrevivir sus padres o, por ejemplo, a los nietos jugando alrededor del abuelo, que va a morir".

Antibiótico por vía en casa

La moral mejora en la siguiente parada. Estela recibe su primera visita de la hospitalización a domicilio; charla, hace bromas con los observadores y resuelve dudas con la médica y la enfermera. "¿No podía salir antes de que vinierais? Pues tenía a las 10 cita en la peluquería". Le miden la saturación de oxígeno, la tensión y el pulso, y le ponen el vial de antibiótico que seguirán administrándole aún durante esta semana. El tratamiento comenzó en su estancia en el CHUO y se prolonga en casa otros 8 días. "Es un ejemplo claro del beneficio de este servicio. Una persona joven, que necesita tratamiento antibiótico por una intervención pero puede llevar una vida perfectamente normal en su ambiente, sin tener que pasarse 1 o 2 semanas más en el hospital".

Familiares volcados "24 horas"

Son las 10 de la mañana y la tercera paciente del día reside en un piso de la zona de San Francisco, muy cerca del casco histórico. En septiembre cumplirá 89 años. La cuida su hija, Carmen Alonso. La madre, encamada desde hace 4 años, ingresó en el servicio de hospitalización a domicilio la pasada semana, aunque ya había estado otras veces. La hija y el marido de esta se vuelcan en los cuidados, con el apoyo durante 2 horas de una trabajadora de dependencia. La octogenaria reposa en una cama eléctrica que facilita los cuidados. Carmen se dirige a la doctora y a la enfermera dominando la terminología médica. No trabaja para centrarse en la salud de su madre. "Esta es una dedicación 24 horas".

La hospitalización en casa supone para esta familia "únicamente ventajas. Puede seguir el tratamiento en casa perfectamente, mientras que el hospital para ella es un calvario, por las infecciones. Se recuperaba de una cosa y cogía otra. En cambio, en casa va bien".