Maceda es cuna de ciclistas, de deportistas que, a dos piernas, a dos ruedas y a un solo objetivo reúnen fuerzas para sumar kilómetros y kilómetros de sacrificio por lugares encantados de la geografía abrupta de lo que llamamos Galicia, tierra mágica, "enmeigada" para los que creemos en el "haberlas hailas" y esplendorosa para los que sabréis reconocerlo; para los que no, intentaré sacaros de dudas, lo que yo llamo "hacer caer en la Vuelta; perdón, en la cuenta".

A los pies de la Sierra de San Mamede y franqueda por esta, se encuentra la villa de Maceda, que respira del aire posiblemente más limpio y puro de toda Galicia; un aire que, como si llegase del cielo, baja desde el alto del Rodicio regalando a macedanos y macedanas uno de los bienes más preciados de la vida en el rural, alejada de un ruido no huérfano de padre, hijo de los tubos de escape y el claxon propio de un ritmo cotidiano que corre a galope, incluso más veloz de lo que un ciclista podría. Los propios corredores de La Vuelta verán en ese agasajo "caer un ángel del cielo", pero lo podrán tocar, porque tendrán que escalar el alto.

Y, como de ciclistas hablamos, de guerreros seguimos tratando. La llegada a Maceda es bienvenida por una fortificación que se yergue avisando de que, cómo no, somos el fiel reflejo de nuestro pasado. El castillo de Maceda obliga a hacer una parada en horizontal, una subida en vertical para conocer sus entrañas, algo parecido a lo que a los corredores deberán hacer frente en esta Vuelta a España, pero con la ayuda de dos ruedas, afortunados ellos. Por suerte para nosotros, la cima del castillo nos pondrá "en bandeja" la posibilidad de gozar del restaurante que alberga o incluso descansar en el hotel allí instalado, si es que estamos cansados de tanto "pedaleo".

El castillo de esta "guerrera" villa data del siglo XI; la Torre del Homenaje se levantó por determinación real. Diez siglos más tarde, rendirá tributo a los ciclistas que en la séptima etapa de esta Vuelta a España hayan ya acumulado 852'4 km en sus piernas. 158'3 kilómetros más y dejarán de estar "enmeigados" por la tierra "onde o ceo é sempre gris", Puebla de Sanabria les espera.

Además de cuna de ciclistas, Maceda es testigo del nacimiento de Joâo da Nova, el gallego más relevante del siglo XVI. El castillo de Maceda vio nacer al que fue nombrado alcalde de Lisboa en 1496 y descubridor, entre otras, de las Islas de Ascensión, Santa Helena (donde fue desterrado y murió Napoleón), y las islas Trindade, Juan de Nova Island y Agalega Island. Y es que, la tierra macedana, antes o después, estuvo marcada por la valentía de su gente. Ayer, descubridores; mañana, ciclistas.

En la fortaleza de Maceda, vivió a los 11 años el que fuera rey de Castilla entre 1252 y 1284, Alfonso X. Seguramente, su estancia en la villa le permitió a "el Sabio" instruirse en el idioma gallego y, posteriormente, dar vida a las reconocidas Cantigas de Santa María. El castillo que saludará a los ciclistas de la Vuelta a finales del mes de agosto tiene muchas anécdotas que desvelar.

Desde la fortaleza, se puede vislumbrar la iglesia de San Pedro, situada a unos 100 metros al norte del castillo, construcción que rinde tributo a San Pedro desde el siglo XVI. En su interior, alberga una enorme pila bautismal en la que fue bautizado el gran patriarca de Santiago de Compostela, el Cardenal Quiroga Palacios. Los corredores devotos podrán dirigir sus ruegos hacia esta preciosa ermita.

Para sentir de cerca la naturaleza de la villa, ineludible la cita con el paseo fluvial. El río Maceda, también llamado Sor, viene de visita a la villa homónima, dejando atrás Niñodaguia y siguiendo su ruta hacia Baños de Molgas. El ruido celestial del curso del agua y el ambiente agradable que nos regalan los 5 km de sendero dejarán un recuerdo pétreo en los ciclistas.

Para despedirse, nada mejor que un descanso en la plaza das Toldas, lugar coronado por la escultura de un felo, obra del tioirense Nicanor Carballo, que hace recordar a todos los allí presentes que Maceda es más Maceda cuando el Entroido se apodera de las calles y de los participantes, cuando podemos presumir de ser ciclistas, aunque solo sea por un día, aunque no pedaleemos ni una "Vuelta" por Maceda. Para eso, ya están otros héroes.