Parece que a la hora de encarar la céntrica Rúa Colón la gente pasa de puntillas y casi manteniendo la respiración hasta que alcanzan el Jardín del Posío o si la dirección es la contraria, la Plaza Mayor. Nadie se para ya a hacer sus compras en unos establecimientos que antaño fueron uno de los núcleos del comercio en Ourense. Sus mercerías y tiendas de zapatos eran la referencia no sólo en la ciudad, si no en toda la provincia.

La crisis, el fin de la renta antigua y "quizás la mala imagen que puede tener esta zona", que todavía a día de hoy se relaciona con drogas y prostitución son los culpables de esta situación. Así lo ve Adrián Fragueiro, del departamento de producción de "Doppler" uno de los oasis en medio del desierto de locales vacíos y carteles de "Se alquila" que dominan esta arteria del casco histórico ourensano.

Un espacio para la gestión cultural se abría en el número ocho de esta vía cuando este equipo de gente joven se lanzaba a la aventura de abrir un negocio propio hace poco más de un año."Nosotros decidimos situar nuestra oficina aquí por las ventajas de estar a pié de calle", explicaba Fragueiro desde su despacho en un local rehabilitado y moderno donde además de su cuartel general, "Doppler" tiene instalada una pequeña tienda de merchandising de grupos gallegos. "Alquilar aquí, con lo que han bajado los precios nos salía igual que en cualquier edificio de oficinas", así que viendo estas ventajas no dudaron en apostar por este enclave, aunque en principio parece no dar salido de su depresión.

Sin embargo, han decidido mantener la esperanza y quedarse. "Es cierto que nos está costando levantar la zona pero tenemos muy buen rollo entre los negocios e intentamos organizar actividades para revitalizarla", indicaba el trabajador. Un lugar que les gusta y en el que se sienten cómodos, pero donde tienen que conformarse con "ir tirando".

Tradición artesana

Atraído por la tradición artesana de esta zona, abría James su tienda casi enfrente de "Doppler" hace apenas nueve meses. Este artista del cuero de origen ghanés se mudaba a la mitad de Colón procedente de otra ubicación dentro de la misma calle.

"Me encanta este sitio por eso lo elegí, además de que es el lugar que siempre ha escogido mi gremio", explicaba.

Las razones de haberse instalado en la Rúa Colón las tiene claras pero no tanto los motivos para quedarse: "Estoy nervioso, la venta es mala", reconocía este artesano africano.

"Entiendo que levantar algo nuevo siempre es complicado y más en un negocio como el mío que quizás necesitaría una ciudad con más turistas", reflexionaba.

Pero lejos de culpar solamente a la mala fortuna aseguraba: "La zona está un poco muerta pero somos nosotros quienes tenemos que ponernos las pilas, movernos para poder levantarla", exponía convencido.

Mucho más negativos se mostraban en "Gaia, alimentos saudábeis". Una tienda de alimentación natural y ecológica que se establecía en Colón el septiembre pasado. Después de un año conviviendo en esta calle las conclusiones no son muy halagüeñas: "Esto es un fracaso total, estamos todos en la ruína", explicaba su dependiente.

"Vivimos en una ciudad extremadamente burguesa, a la gente le gusta la zona nueva y si a eso le sumamos el poco respecto que tenemos por el patrimonio, es como se entiende la situación de esta zona", aseguraba este autónomo.

"Una compañera que tiene un negocio de moda vintage aquí arriba ha empezado a moverse hasta en festivales de música para ver si así vende algo, porque esto está desértico", se lamentaban en esta tienda.

Un área en la que el final de los contratos de renta antigua y la falta de relevo generacional ha dejado vacíos los comercios más tradicionales y que tampoco parece tener futuro para las nuevas ideas de sus actuales ocupantes. Jóvenes emprendedores que parecen haber sido expulsados del circuito comercial habitual que ha pasado a reducirse a las calles de Paseo y Santo Domingo junto al Centro Comercial.