El presunto autor del rapto y violación de una chica de A Valenzá (Barbadás) que era menor de edad se enfrentará en el juicio, próximo, a más de 20 años de cárcel. La Fiscalía y el abogado de la familia coinciden en la pena por supuestos delitos de detención ilegal y agresión sexual continuada. Además, reclaman 50.000 euros por daño moral y secuelas. Los hechos son de julio de 2012. El acusado, Joaquín Manuel Oliveira Cunha, un camionero de nacionalidad portuguesa y 34 años, permanece en prisión preventiva desde entonces.

Según los cargos, la joven sufrió un infierno. Presuntamente, el acusado abordó a la chica a punta de navaja, la llevó en su furgoneta a una casa en Portugal a más de 200 kilómetros de distancia, abusó varias veces de ella, e incluso la amenazó con arrojarla al río metida en un saco. La defensa, tal y como declaró el imputado, sostiene que la relación fue consentida, asegura que no hay lesiones que acrediten una violación y aduce varios cambios de versión de la víctima

| A 200 kilómetros. La chica tenía 16 años. El 15 de julio de 2012 volvía a casa sola tras salir con sus amigos. Según la Fiscalía y la acusación particular, el acusado la vio caminando cuando estaba aparcado en su coche en la calle Marcelo Macías. Las acusaciones aseguran que el hombre le colocó una navaja en el cuello, le exigió el bolso y que se subiera al coche. Cogió su móvil y le quitó la batería. Cuando ambos estaban en el vehículo, le habría colocado la navaja a la altura del abdomen. Dicen las acusaciones que le ordenó a la adolescente que cerrara los ojos o le clavaría el arma. Llegaron a una casa en Esmoriz, en Portugal, propiedad de su pareja.

| Agresiones sexuales reiteradas. Joaquín ordenó a la joven que se duchara para después, presuntamente, abusar de ella reiteradamente por vía anal y vaginal; además de una felación. La joven, señala la fiscal y el letrado particular, acató las exigencias por miedo.

| Atada y dentro de un saco. Según la versión de cargo, la agresión pudo acabar de forma fatal. Tras las agresiones, el acusado habría atado de manos y pies a la menor, tapándole la boca con una cinta adhesiva. La chica estuvo primero encerrada en el baño y luego fue introducida en un saco. Supuestamente, el hombre la arrastró hasta el coche y la introdujo en el maletero, con una piedra de hormigón y una cadena. Durante el trayecto, la chica logró soltarse las manos y la cinta de la boca. El acusado detuvo el vehículo cerca de un río. Según las acusaciones, las súplicas de la chica hicieron que la dejara salir del saco. Presuntamente, la conminó a que "inventara algo" que no le relacionara con él. Según le advirtió, sabía dónde vivía, la buscaría y la mataría, señalan los dos escritos de acusación.

| Un taxi de Valença a Vigo. Después, el acusado condujo a la joven hasta Valença do Minho, al otro lado de la frontera. La dejó sobre las 13,30 horas de ese día a unos 30 metros de la estación de tren. Le entregó 200 euros. La chica utilizó el dinero para coger un taxi que la llevó hasta Vigo. En la calle Ronda don Bosco de la ciudad olívica, pidió ayuda a una persona y esta avisó a la Policía.

| Lesiones y estrés por el trauma. A consecuencia de las supuestas agresiones sexuales, la chica sufrió erosiones en las muñecas -el hombre está acusado de una falta de lesiones- a consecuencia de la atadura. También le detectaron erosiones en la vagina y en el ano, así como ansiedad. La chica sufrió trastorno de estrés postraumático.

| Cárcel e indemnizaciones. La Fiscalía pide 5 años y 9 meses como pena por el delito de detención ilegal, más 15 años por el delito continuado de agresión sexual. También se expone a una multa de 600 euros y a una orden de alejamiento y comunicación superior en 5 años a la pena de prisión impuesta. El ministerio público y la acusación particular consideran que el acusado debe indemnizar a la joven con 1.800 euros por las lesiones causadas y un total de 50.000 por secuelas y daño moral.

| La defensa ve contradicciones. Considera que la acusación se basa en la primera declaración de la joven, "desoyendo las posteriores, que son contradictorias y con indicios de que efectivamente hubo un consentimiento". Esa es su tesis. Afirma que la chica se subió voluntariamente al coche, que no hubo amenazas y la relación fue "normal durante todo el transcurso de los hechos".